domingo, 11 de enero de 2015

El pato del que habla Pérez-Reverte

No resumo la historia porque merece la pena que se le lea. Pérez-Reverte fue un cronista de guerra y sabe contar estas historias. Dejando aparte que ser cronista de guerra tiene mucho mérito. Su artículo es fácil de encontrar.
Pero sí que puedo dar alguna pista. Se trata de un pato que en un momento dado se encontraba, en situación no muy halagüeña, en las Provincias Vascongadas, ahí en donde un día surgió una terrorífica banda. La cosa se complicó para el pato puesto que no estaba claro que su cráneo fuera braquicéfalo y lo del Rh- estaba por ver. Podría haberse puesto una ensaimada en la cabeza. Es mallorquina, pero por lo visto allí funciona. La boina enroscada del todo era otra opción, pero no se dio ninguno de los dos casos. Lo diré de una vez: el pato tenía una pata atrapada.
Haré un inciso. Tengo dos amigos que son lectores empedernidos de Anasagasti uno y de Juliana el otro. He de reconocer que aunque los dos hacen sopas raras, la del último es más sustanciosa que la del otro, a la que cabe calificar como agua chirle en expresión probablemente maketa. Eso son bufas de pato, le dijo un diputado a otro en el Parlamento valenciano. Quizá convenga aclarar que la expresión, también maketa, bufas de pato, bufes de pato en la lengua vernácula, se refiere a lo que los patos expelen por conducto anal. Y acaso esta fuera otra parte de la cuestión, que las deposiciones del pato no mostraran ningún hecho diferencial.
Finalmente, y tal vez porque en aquellas tierras ahora impera el buen rollito, y ETA ya no mata ni nada, se impuso el lado humanitario y el pato fue atendido. Que allí tienen muchos miramientos, como lo prueban las manifestaciones por los presos etarras.
Falta saber si el pato ahora, en lugar de cua cua, dice egunon.

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