jueves, 1 de enero de 2015

Juliana enseña dónde está Ítaca

Estuvo como cosa de un mes, quizá más, sin hacer sus peculiares sopas. El tiempo en que faltó de su cocina vino a coincidir con 'la salida del armario' oficial de Pujol.
Se entiende que se saca del armario todo aquello que habiendo permanecido oculto sale a la luz. En el caso de Pujol es exagerado decir que lo que salió a la luz ese día permanecía oculto. Digamos que oficialmente estaba oculto. Cuesta creer que Juliana no lo supiera. El caso Banca Catalana daba muchas pistas. Cabría interpretar entonces que lo que sorprendió al artista fue que el patriarca del catalanismo se viera obligado a confesar.
Conviene tener en cuenta que en Pujol hay mucho cálculo. Sabe manejar la bandera mejor que los toreros la capa, de modo que ahora son los sucios aspanyols los que lo están persiguiendo con saña. O sea, los mismos que han metido a varios en la cárcel y no lo meten a él ni a Millet.
Tras la confesión de Pujol, el escepticismo con respecto a los efectos penales que vaya a tener el asunto ha hecho acto de presencia. Quizá por eso Juliana se haya calmado y haya retornado a la cocina, para hacer esas sopas en las que su 'Catalunya', sobrenada tan bien. Parece ser que aparte de Catalunya existe Cataluña. O sea, que hay un buen número de catalanes que no abandona la lógica, por lo que sabe que en español se escribe Cataluña.
Juliana ya condimenta sus sopas, pero incluso cuando se refiere a Grecia sale a relucir Catalunya, en donde la democracia brilla por su ausencia, pero eso se lo calla. Por ejemplo, los catalanes de Cataluña beben Freixenet, mientras que los de Catalunya no lo hacen.
El patriarca Pujol, sus secuaces y sus herederos políticos han llevado la discordia y el malestar donde antes había una población laboriosa, pacífica y admirable.
Ítaca es otra cosa. No tiene que ver con la locura.

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