viernes, 23 de junio de 2017

El 155 y los tahúres

En la política española no se respeta al ciudadano. O se le toma el pelo, o se le imponen obligaciones que ni tienen sentido, ni llevan a ninguna parte, y todo con el dinero de los impuestos. Me refiero a esas obligaciones de aprender no sé qué lenguas (que al final sólo hablan cuatro gatos), o de soportar a los ciclistas por las aceras.
En lo que respecta a la posible aplicación del ya famoso 155, invocado por Alfonso Guerra, la cuestión está como sigue:
Sánchez sabe que Rajoy no lo necesita, por cuyo motivo calcula que puede ponerse de perfil y arañar unos votos en Cataluña con esta actitud.
Iglesias estará decididamente en contra, porque piensa que en ningún caso podrá darse la independencia de Cataluña; si hubiera alguna posibilidad actuaría de otro modo, porque sus propósitos son los de establecer una dictadura en cuanto alcance el poder en España; toda su estrategia está encaminada a esto último.
Rivera no tiene más remedio que estar a favor de la aplicación del 155 si el gobierno se decide por esta vía.
Por su parte, si Rajoy en algún momento piensa que no queda más remedio que aplicar ese artículo procurará que cada uno quede retratado, de modo que si Sánchez e Iglesias ganan un voto en Cataluña pierdan cuatro en otras regiones.
Pero tampoco hay que perder de vista que desde que el Muy Honorable Pujol se retiró de la escena política eso que llaman ‘el proceso’ ha pasado a ser una charlotada cada vez de más baja calidad. Los más recalcitrantes partidarios que no están sometidos por ninguna subvención ya se van dando cuenta de esto, los subvencionados son cada que pasa más ridículos y la gente de la calle a la que han conseguido sorberle la sesera ya vislumbra la frustración como el estado en que tendrá que acomodarse en los próximos tiempos.

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