domingo, 18 de junio de 2017

El conformismo de Susana Díaz

Susana Díaz es un mal menor, pero un mal menor ante la catástrofe que se avecina con Pedro Sánchez es mucho. Quiero decir que esa pequeño bien que puede esperarse de ella resulta gigantesco al compararlo con el mal que puede hacer su oponente.
El mal, en principio, sería para el PSOE, que podría desaparecer, pero la amenaza es para todos los españoles, puesto que no hay que olvidar la pulsión suicida que recorre el mundo en estos momentos y a la que no es ajena España.
Fue el PSOE el que enterró a Montesquieu, aunque quien dijo la frase fue Guerra y ahora es Sánchez el que se está procurando el control absoluto del partido que dirige. Apunto ambas cosas porque los socialistas se creen los dueños de la democracia. Un socialista, como cualquier otro ser humano, puede ser demócrata si se lo propone y se esfuerza en serlo, pero el simple hecho de ser socialista, a la vista está, no garantiza la calidad democrática.
La ideología de Pedro Sánchez se resume en el odio al PP. El propio Alfonso Guerra se dio cuenta y dijo que con el odio solo no se va a ninguna parte, hay que poner algo más. De lo que no se ha dado cuenta el ex vicepresidente es que el odio es el germen de la autodestrucción de todo aquello que lo contiene, de modo que aunque a corto plazo sirva para obtener muchos votos, como saben los nacionalistas, Podemos y otros, su final se presentará de modo inexorable. El odio siempre se vuelve contra quien lo siente y lo fomenta.
Por otro lado, la cuestión es tan simple como esta: si alguien vota a la derecha o se afilia a un partido de este sector, porque piensa que sus fórmulas son mejores para los ciudadanos, automáticamente es objeto de odio parte de Pedro Sánchez y quienes le siguen.
Esperemos que el conformismo de Susana Díaz no sea más que una estrategia de supervivencia y que llegado el momento pueda acabar tomando el mando.

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