En una situación bastante menos crítica que la que él enfrenta, Alberto Fabra cerró la televisión valenciana, para dedicar el dinero que costaba a la sanidad, según dijo. Pero al haberlo hecho Camps tan rematadamente mal, aunque él no se ha dado cuenta todavía, el PP perdió las elecciones y entraron los catalanistas en la Generalidad. A saco. Volvieron a abrir la televisión, para que nos acostumbremos al catalán, y gastaron ingentes cantidades de dinero en promocionar y obligar a hablar en catalán, intentando por todos los medios borrar la lengua española.
La Autonomía valenciana es la más endeudada de todas y por si faltara poco tuvo que sufrir la dana, porque al presidente del gobierno no le dio la gana hacer nada y desde entonces culpa al valenciano, cuya responsabilidad es menor. Mazón se defiende como un gato panza arriba, mientras Sánchez disfruta moviendo su peones contra él. Pero, ¿por qué no da un golpe sobre la mesa, cierra la televisión valenciana y todos los chiringuitos que legalmente pueda? A los que no pueda cerrar tendría que darles el mínimo de dinero a que le obligue la ley. De esta manera es como recuperaría la iniciativa y los valencianos comprenderían que tiene coraje y que está dispuesto a defenderlos.
Lamentablemente, no se le ve con ánimo de hacer algo así, con lo cual Sánchez lo ve como ‘pan comido’. No como rival, sino como alguien a quien puede seguir machacando. Por ese camino tiene mal porvenir, porque si es del PP tiene un carácter endeble el PSOE le va a amargar la vida de todas las maneras posibles, y son muchas.
Carlos Mazón debe comprender que si no se atreve a plantar cara debe retirarse y dar paso a alguien con menos complejos y más capacidad para defender el bastión. No hay que dejarle nunca la iniciativa al enemigo y Sánchez es muy cruel.
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