lunes, 27 de enero de 2025

Vuelta de Fernando Vizcaíno Casas a la actualidad

 

Sabido es que el hombre propone, y Dios dispone. Las cosas no suelen salir como se habían previsto, y solo suele quedar la resignación como respuesta al hecho.

Esto viene a cuento porque la pretensión de Sánchez de resucitar a Franco, para remarcar su condición de demócrata, lo cual no sería necesario si lo fuera, va a conseguir que el personal quiera enterarse de cómo era y para ello nada mejor que los libros de Fernando Vizcaíno Casas, que era valenciano, pero su labor como abogado de gentes del arte y la cultura lo llevó a Madrid.

Daré unos apuntes sobre él para que la gente pueda hacerse una idea de su personalidad. Nunca cambió de bando, le daban risa todos esos que habiendo sido camisas viejas pasaron a ser chaquetas nuevas. Un dato muy desconocido es que era pareja de dominó de Antonio Buero Vallejo en Cercedilla, en donde tenía su residencia de verano. Un franquista y un condenado a muerte por el franquismo como aliados durante los veranos. Y para que no se equivoque nadie: era Fernando Vizcaíno Casas quien le hacía un favor al otro, porque el hecho sucedía en vida de Franco.

Algo que también desconoce la mayoría es que resulta imposible encontrar una referencia sobre él, a pesar del gran número de libros que publicó, en el ABC de Luis María Anson, que lo tuvo vetado. Esto lo sé porque el propio FVC lo contó en uno de sus artículos publicados en Las Provincias.

Fue guionista de una serie de televisión titulada ‘La alegría de la huerta’ en la que contó una anécdota que yo ya hacía años que conocía y que entonces pensé que quizá fuera cierta. La contaré: fue un ministro a un pueblo y en la despedida le preguntó al alcalde que si necesitaba algo. Éste le dijo que la maestra llevaba meses de baja, por lo que los niños andaban holgazaneando por las calles, por lo que necesitaba que le mandara una prostituta. Cuando el ministro se hubo ido, sus amigos le dijeron:

-¡Pero qué bruto eres, se dice sustituta!, y él respondió:

-Calla, hombre. Si llego a pedirle una sustituta se le habría olvidado nada más salir del pueblo; al habérselo dicho así, al llegar a Madrid aún se estará riendo y nos mandará la sustituta.

Esos libros míos


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