lunes, 19 de febrero de 2007

Lavado de cerebro

Hablando de la educación, Eduardo Punset ha escrito el texto que figura a continuación:

"Si lo que prevalece en la educación son los intereses del educador que pretende conseguir un ciudadano agradable y dócil, proceden las acusaciones de lavado de cerebro. Lo opuesto a educar de esa forma sería inculcar en el alumno el pensamiento crítico, ayudarlo a pensar por sí mismo e, inevitablemente, a ser un poco escéptico. Los mejores sistemas educativos, como el británico, utilizan esa fórmula. Yo la prefiero a otros modelos menos críticos."


Llama la atención que el articulista se refiera al sistema británico, obviando al español, lo que significa que no lo considera de este estilo. No es el único que piensa así. Yo opino como él. Quien tiene una personalidad acabada se siente a gusto con interlocutores que discrepan y que piensan por sí mismos. En cambio, a quienes les falta un hervor, o acaso dos, precisan de las adhesiones incondicionales y del pensamiento uniforme. Esto hay que reconocer que se estila mucho por estos lares, en donde abundan las llamadas ikastolas y otras que no se alejan mucho de este modelo, en las que se pretende adoctrinar a los alumnos. He dicho que se pretende porque para conseguirlo se precisa de la conformidad de los alumnos, aunque se puede suponer que en muchos casos se consigue, puesto que son bastantes los que prefieren vivir cómodamente. Adoctrinar al prójimo es una actividad claramente castradora, puesto que pretende coartar el derecho de cada uno a indagar sobre la opción que mejor le conviene. La actitud castradora, como se ha dicho antes, proviene de individuos cuya personalidad no ha terminado de formarse. En el caso de la Comunidad Valenciana, que es el que me cae más cerca, quisiera que se enseñara a los niños a pensar por sí mismos y que puedan elegir libremente, en los momentos en que se sientan preparados para ello, entre cada una de las opciones que se les vayan presentando.

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