Según los datos que maneja la Comisión Europea, al menos un 20 % de la población española vive al límite del estado de pobreza. No es justo pensar que los mandatarios de la CE se preocupen por ese dato únicamente porque una cantidad tan alta de pobres de puede generar estallidos de violencia. También es posible que sientan verdadera preocupación por la suerte de las personas sin recursos económicos. Si un zorro se preocupara por el sufrimiento de la liebre que acaba de cazar, se moriría de hambre; también ocurriría lo mismo si le afectaran los problemas del zorro que, supuestamente, le disputara su presa. Pero en otras especies animales sí hay colaboración entre sus miembros. La especie humana es gregaria y, por tanto, de las que precisa que haya ayudas entre sus integrantes. Y al estar dotada de intelecto, cada individuo puede ponerse en el lugar del de otro u otros y comprender sus emociones. Echo yo, pues, mano de la empatía y me imagino las caras de esos pobres al ver las riñas de los ricos, ahora del presidente de ACS con el de Iberdrola, antes del de Endesa con el de Gas Natural, con sus bromas incluidas, etc. Me esfuerzo un poco más y trato de suponer que también los pobres son capaces de sentir empatía y los imagino comprendiendo a esos ricos, a todos los ricos. Los imagino diciendo para sí que esos son ricos es porque lo merecen, porque han estudiado mucho, porque trabajan más y que sus riñas son fruto del énfasis y del empeño que ponen en todas sus cosas. Hay que perdonarles sus pequeños defectos, porque al final son muy útiles para la sociedad. Sigo imaginando que esos pobres en un alarde de lucidez honrada reconocen para sí mismos que no están dotados para alcanzar la riqueza, etc. Y acabo pensando en que todo lo anterior fuera verdad y los pobres pensaran así, seguirían sin techo y con hambre.
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