miércoles, 28 de febrero de 2007

Connor McCreaddie

La madre de Connor McCreaddie, el niño de ocho años que pesa noventa kilogramos, ha estado a punto de quedarse sin él. Los servicios municipales del municipio en el que vive pretendieron quitarle la custodia a la madre. La pretensión, que de haberse consumado hubiera agravado el asunto, es una muestra de hipocresía. Durante sus ocho años de vida, el joven ha estado siendo tratado con el mismo descuido, sin que nadie moviera un dedo. De pronto, alguien decidió actuar, por algún motivo que no se ha dado a conocer. En esta vida se dan con mucha frecuencia situaciones de las que un individuo solo no puede salir. Y, generalmente, la ayuda que precisa le es negada. Quizá nos estemos precipitando al considerarnos humanos. Acaso la condición humana no sea más que una posibilidad, que tengamos que alcanzar con esfuerzo. Puede que la madre del muchacho alegue, precisamente, que no sabía cómo tratar el caso y que no encontró apoyo en ningún lugar. Y, de pronto, casi le quitan el niño. Si se examinara el trato que reciben las personas que están a cargo de otras, tal vez la justicia se vería impelida a actuar en numerosas ocasiones. Pero, como se ha visto, se correr las situaciones hasta que la cosa no tiene remedio. Quizá se llegue tarde más de una vez. Por otro lado, si nos ponemos a pensar en cual sería el trato idóneo que debería recibir un niño, y para esto nos vendría de perlas el libro “Bésame mucho”, de Carlos González, nos daríamos cuenta de lo alejados que estamos por término medio de ese ideal. Si la calidad humana surge precisamente de la capacidad de ayudar a los demás y la democracia precisa del respeto y éste comienza en la infancia, nos podemos preguntar no si es lícito inmiscuirnos en la vida de los demás, sino si hacemos bien en no ofrecer nuestra ayuda.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Menudo problema este que has tocado. En fin, el mar...

Toni Solano dijo...

El caso me ha recordado la película 'Ladybird, ladybird' de Ken Loach, que muestra esa hipocresía de las instituciones cuando los problemas enturbian su imagen. ¿Por qué no quitar la custodia de hijos maleducados que pegan a otros, o rompen la ciudad, o conducen borrachos, etc.?