Leo que Fraga ha dicho que el PP valenciano es un partido ejemplar y enseguida he recordado aquella comparación que hizo Antonio de Senillosa entre el mismo Fraga y Suárez. Dijo: Fraga lo sabe todo y no entiende nada; Suárez no sabe nada y lo entiende todo. El PP valenciano no puede ser catalogado como ejemplar porque, como el mismo Fraga sabe, en el mismo no cesan las luchas internas. Y éstas no se producen porque los contendientes tengan diferentes ideas sobre el modo de llevar a cabo el programa del partido o sobre la conveniencia de incorporar nuevos puntos a ese programa. Discuten simple y llanamente por el poder, sin importarles lo más mínimo lo que pueda pensar el electorado de ellos. Piensa el ladrón que todos son de su condición y ellos creen que todos los ciudadanos suspiramos por el poder como ellos. Camps no se atreve a decir basta, como es su obligación, porque teme salir perdiendo en el envite. Eso de que “más vale honra sin barcos…”, no va con él. Dicen que lo que la va es leer a Gracián, pero si lo hace, cosa que no dudo, debe de ser con el fin de obtener alguna utilidad práctica. Por cierto que de Gracián es la rima que sigue:
Vive de arte y engaño
la mitad del año
y de engaño y arte
la otra parte.
El PP valenciano no duda en imponer el catalán, a pesar de que se presenta como adalid y defensor del valenciano. Entre Zaplana y Camps, los dos que siempre están a la greña, idearon y crearon la AVL, tan poco querida por los valencianos como generosamente pagada y no contentos con eso la han incluido en el nuevo Estatuto, en una muestra más de desvergüenza política. El PP gobierna en la Comunidad Valenciana, pero lo hace por demérito de sus contrarios.
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