Las fallas tienden a ser expansivas, desbordantes e incontrolables. Pero esto último conviene que sea hasta cierto punto. De hecho, las propias fallas se rigen por normas. Y si las hay, ¿por qué no revisarlas y mejorarlas? Cada época tiene sus propios problemas, aparte de los que surgen inopinadamente, como el que plantea la falla de Nou Campanar. Es lógico pensar que cuantos más medios tenga a su disposición un artista fallero, mejor podrá explayar sus talentos artísticos. Por otro lado está la competición entre las distintas comisiones falleras que debería ser en igualdad de condiciones. O lo más parecidas que se pudiera lograr. Se me ocurre presentar algunas sugerencias, que creo que se han ya dicho en otros lugares, aunque no lo puedo confirmar en todos los casos. Propondría que se estableciera un presupuesto mínimo para plantar una falla, con el fin de limitar su número. Este presupuesto mínimo se elevaría todos los años. Quizá también fuera conveniente trasladar el día de San José sábado, con el fin de que los visitantes pudieran regresar el domingo. Si el día de San Vicente Ferrer es movible, por un motivo concreto, también lo puede ser el de San José por otro motivo. La plantà de las fallas debería comenzar como muy pronto el sábado anterior al de la cremà. Las fallas no tienen el porqué durar un mes. También podrían establecerse los límites máximos para pertenecer a la categoría especial, como los tienen las demás categorías. Las fallas que los superaran quedarían entonces fuera de concurso. No tiene ningún mérito ganar si se juega con ventaja. Tampoco se pueden poner cortapisas al arte. Habría que plantearse si es decente la proliferación de carpas y si hay alguna alternativa. Y lo mismo acerca de los tenderetes, que impregnan el ambiente de aromas no siempre deseados. Es bueno recordar que sin dinero no hay fallas, pero éste no debería ser el argumento determinante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario