Soy de la opinión de que el arte sirve para que nos vayamos refinando, alejándonos con ello de aquel mono que hay en nuestro origen. (A veces creo que se avergüenza y quizá que lamenta haber bajado del árbol). Si aprendemos por imitación, si vamos incorporando a nuestras vidas aquello que nos conmueve o nos impresiona, el arte desempeña un papel destacado, puesto que nos muestra lo bello y nos invita a soñar en lo mejor. El arte también sirve para ayudar a recobrar la perspectiva. Uno queda desolado tras leer en la prensa las continuas broncas que esos políticos a los que pagamos para que resuelvan los problemas vienen montando en cualquier lugar que tenga que ver con la política, como, por ejemplo, el Congreso de los Diputados o las Cortes Valencianas. Un ciudadano cuando lee estas cosas debe lamentar el dinero que le cuestan los políticos y luego caer en la cuenta de que por este camino los problemas no es que van a crecer, sino que se van multiplicar. Le queda entonces el recurso de acudir al arte y optar por leer alguna poesía. Tiene a mano Lamento en Elca, de Paco Brines y luego decide pasar a leer Tu mirada y Yanira Soundy de Pepe Mas. Y la poesía sirve de refugio. Vuelve la calma y el amor a la palabra bien dicha y empleada con su significado exacto. En los poemas todas las palabras buscan embellecer la frase de la que forman parte. (Debiera incluirse en las sesiones de los diputados la obligatoriedad de que se recitara una poesía en el intervalo entre dos oradores). El ritmo cadencioso conquista los sentidos y las metáforas ejercen, con su magia, el dominio sobre el lector. La constatación de que la palabra puede ser usada de modo correcto vuelve a traer la fe en el ser humano, que posibilita confiar en el prójimo. Otra vez la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario