En el día de hoy aparece publicado un artículo de Carrillo en El País acerca de la situación en el País Vasco. El articulista no tiene en cuenta la influencia de ETA, que ha distorsionado la vida política en España y sobre todo en el País Vasco. Olvida que muchos vascos han debido abandonar su tierra, entre ellos Consuelo Ordóñez, a la que no sólo le mataron a su hermano, sino que después le vaciaron el despacho de clientes. Tampoco recuerda que cierto cristalero famoso ha podido decir que en su pueblo lo quieren más que a la viuda de su víctima. O quizá sea a los vascos que han hecho posibles esas cosas a los que se dirige el Sr. Carrillo. A nadie se le escapa que si no hubiera existido ETA, la situación sería muy diferente. Sin embargo, el autor termina el artículo llamando a la calma y explicando que las cosas deben arreglarse hablando y negociando. ¿Y con quiénes pretende que se hable y negocie? Con los terroristas, sin duda, porque a lo largo del artículo ha venido criticando a la derecha y a los que llama sedicentes de la izquierda. Es sabido que el Sr. Carrillo odia a la derecha, pero el artículo no trata de cuestiones personales sino políticas. La derecha es una parte sustancial de España, por tanto no se debe hacer política contra ella. Sin embargo, divide claramente entre buenos y malos. Los buenos son Zapatero y los nacionalistas. Los malos, la derecha y los jacobinos o sedicentes izquierdistas. Reconoce, sin embargo, que el sistema autonómico ha dado grandes posibilidades al País Vasco y que en el discurso de Ibarretxe se aprecia un tono de desafío. Ha perdido pues, el Sr. Carrillo, de vista a la justicia y se ha decantado por lo que más le gusta a él. Y para que conste el enrarecido clima que hay en el País Vasco, del que alguna culpa tendrá el PNV, cabría mencionar la ya famosa carta del párroco de Moldavia, Don Domingo Urtasun, en la que dice que en la carta con la que los etarras le amenazaron le citan “el comportamiento ejemplar de muchos curas patriotas”. No sabemos si para el Sr. Carrillo serán buenos o malos.
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