Hay que remontarse al principio, a los apoyos mediante los cuales el PSOE ha conseguido formar gobierno y recordar que uno de ellos es el de un partido que odia a España. Esto es una inmoralidad más que evidente que permite llevar a la conclusión de que cambiar a Aznar por Zapatero ha venido a ser algo así como salir de las llamas para caer en las brasas. Estos detalles no suelen carecer de importancia. Ahora hemos visto como el comportamiento del partido con J. I. Pla ha sido cualquier cosa menos ejemplar. Si los gobernantes se comportan así con los suyos, ¿qué podemos esperar los ciudadanos de a pie? El propio J. I. Pla dijo que la filtración había partido de su entorno y la opinión unánime es que es así. La vida entre la clase política española tiene todas las trazas de ser despiadada. Sin salir del PSOE, se puede recordar la salida traumática de Fernando Martínez Castellano, el primer alcalde democrático de Valencia, y también la de Pilar Miró. En su edición de ayer, el editorial de El País trataba de preparar el terreno a María Teresa Fernández de la Vega, y aprovechaba la dimisión de J. I. Pla para echarle una nueva pulla al PP. Podía entenderse este editorial como un intento de desinformación y manipulación hacia sus lectores. Por el contrario, los periodistas valencianos, Francisco Pérez Puche, Ferran Belda, Baltasar Bueno, Enrique Arias Vega, daban cumplida y veraz información, cada uno aportando algunos detalles que permitían entender lo ocurrido. Por su parte, Fernando Martínez Castellano publica hoy en Las Provincias y también en su blog, su visión de los hechos en un artículo que ha titulado El polen de la rosa. Por cierto, me ha costado muy poco dar con la identidad de ese misterioso J.C. del que habla. Fue conocido como el culiparlante. Algún día telefonearé a Fernando para preguntarle si he acertado. J. I. Pla ha ido perdiendo elección tras elección, pero la mayor parte de la culpa debe recaer en el PSOE, que menosprecia a la Comunidad Valenciana. Ahora quiere probar con De la Vega, como hace poco probó con Carmen Alborch (Rafael Rubio estuvo más listo y se apartó y quizá por ello salió mejor parado que J. I. Pla). Pero De la Vega logrará peores resultados que Alborch, porque lo que trae no es el agua del Ebro, ni el AVE a tiempo, ni la autopista a Zaragoza, ni la derogación de la fenicia AVL. Lo que trae es paja envuelta en una nube de humo.
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