Conozco a un matrimonio valenciano de no muchas luces, castellanohablante, porque jamás les he oído ninguna palabra que no sea en este idioma, que tiene un hijo llamado Josep. El hijo habla con ellos en castellano, aunque al padre le llama “pare”. Son catalanistas, porque al hombre le gusta creerse más listo que los demás y así adopta creencias, actitudes y peinados que le distinguen un poco. Se tiene por concienzudo y preocupado por las cosas que ocurren, al contrario que el resto de la gente, que se desentiende. Así que es catalanista, dice que habla catalán y considera que los etarras como defienden sus derechos. La cuestión es que la madre, cuando quiere llamar al hijo dice “Yoset”. Le resulta totalmente imposible pronunciar correctamente Josep. Si tuviera que decir Josep Lluis, probablemente diría Yoset Yui. Cuando yo hablo con catalanes, me llaman Vicens; si lo hago con angloparlantes, me dicen Vincente; si con franceses, Vincent; para los valencianos, soy Vicent. En ninguno de los casos me molesto. Si hubiera que pronunciar cada nombre en su idioma, sería un verdadero problema tratar con muchos centroeuropeos. Lo que ocurre es que Carod disfruta encontrando motivos de fricción con el resto de los españoles, sobre todo con aquellos que muestran gran dificultad para comprender a los catalanes. Trata, no muy noblemente, de explotar esta cuestión. Es cierto que tiene derecho a trabajar por la independencia de Cataluña, pero también lo es que odia a España. Es difícil de entender entonces que participe en el gobierno. No hace ningún esfuerzo para que la opinión de los españoles sobre Cataluña mejore, sino que más bien trata de conseguir lo contrario y por ese camino logra que los catalanes se sientan despreciados y deseen la independencia. Resulta incomprensible que un personaje tan burdo e impredecible obtenga tantos votos, algo que probablemente le debe a Aznar. El diálogo entre el resto de los españoles y los catalanes es cada vez más dificultoso y no son los personajes como Carod los que pueden hacer que mejoren las cosas.
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