Ayer fue el día en que algunos suelen blasonar de orgullo patrio. Aclaro que mi patria es la justicia. Me entero por Félix de Azúa que los 110 escritores de la Generalidad Catalana han estado en la Feria de Fránkfort. Esta soldadesca actitud sugiere otro modo de ver las cosas. Estoy convencido de que si yo hubiera nacido en Guatemala, por ejemplo, puede que tuviera más o menos dinero, pero sería exactamente como soy. Eso es lo que importa. Algunos tratan de ser integrándose en una tribu; otros lo intentamos por nuestros propios medios. Nací en tierras valencianas, que también son españolas, y hago mías aquellas reivindicaciones suyas que considero justas. Me pareció una una injusticia y una grosería enorme lo que hicieron Zaplana y Camps, que parecían tan amigos entonces ¿o eran cómplices?, ayudados por los políticos de la oposición, a la valenciana RACV con la creación de la fenicia AVL. Algunos vascos dicen que sus conocidos no suelen querer a España y de la forma de decirlo se desprende que quieren dar al capricho tratamiento de aspiración justa. Yo sé de otros vascos, como pueden ser, por ejemplo, Enrique Arias Vega, Fernando Savater, María San Gil, Rosa Díez, etc., que quieren que el País Vasco siga siendo parte de España y saben explicar su opinión. Son categorías distintas, Ibarretxe se mueve en un nivel teórico mucho más bajo. El concepto de la patria es una abstracción que puede motivar conductas incomprensibles. En el blog El color del cristal se anima a firmar una reclamación a favor de Fernando Alonso. Jamás he visto una carrera de Fórmula 1, pero sé que todos los británicos desean que gane Lewis Hamilton. ¿Qué ganan con ello? En España, en cambio, se desea el triunfo de Fernando Alonso. Puesto que la petición parte de ese blog, he entrado en la página de firmas y me he enterado de que se han cometido muchas irregularidades en contra del español. He firmado, pero además he constatado que de nuevo a mucha gente no le importa ser injusta con tal de que gane su tribu, o alguien de su tribu. Es decir, la patria sigue siendo el último refugio del bribón.
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