En un muy corto plazo de tiempo, se ha llenado de inmigrantes nuestro país, que todavía es España. Hago un inciso para decir que me parece horrible que no se tenga en cuenta una propuesta razonable, como es la de Saramago, para que España pase a ser Iberia. Es razonable y de llevarse a cabo resultaría beneficioso para todos, pues serviría para impulsar esa necesidad que es la Unión Europea. Por el contrario, parece más factible esa otra cosa más nefasta, como es la disgregación de España en una serie de pequeñas comunidades autónomas, lo que dificultaría la ya citada Unión Europea. La cuestión es que habiendo llegado tantos inmigrantes en tan poco tiempo, deberían haberse tomado algunas medidas que facilitaran la convivencia y que sentaran las bases sobre las que ésta se tiene que producir. Quienes llegan, lo hacen desde muy distintos lugares y se traen de cada uno de ellos sus costumbres, sus religiones y su modo de mirar la vida. A nadie se le escapa que unas pueden chocar con otras e incluso y sobre todo con las de la propia nación que les acoge, todavía llamada España. A la vista de esto y también de que cada Comunidad Autónoma puede afrontar los problemas que surjan de un modo diferente, el gobierno debería haber marcado, o pactado con todas las Comunidades, el criterio por el que se deberían resolver. Hubiera sido también la ocasión para acabar con todas las costumbres bárbaras, que perviven en muchas de las fiestas de nuestro país. Se invoca la Tradición, como si fuera una palabra santa, a cuyo cobijo se pudieran perpetrar las barbaridades acostumbradas. La excusa de que si se las consiente, hay que permitir también las que puedan traer los extranjeros debería ser suficiente para prohibirlas de una vez y por todas. Ha surgido por fin el asunto del velo en Cataluña, que ya había sido resuelto en Francia anteriormente y el ejemplo, con su razonamiento, francés debió servir como precedente. Sin embargo, el gobierno catalán ha hecho de su capa un sayo y unilateralmente y sin consensuar nada con nadie ha resuelto autorizar un velo que proclama la inferioridad legal de la mujer. He aquí que la región que presume de ser la más avanzada de España autoriza una norma retrógrada.
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