martes, 2 de octubre de 2007

Scotland Yard, en el banquillo

Resulta curioso que sean muchos más quienes tienen fe en la impunidad que los creyentes de todas las religiones juntos. Este estado de cosas no es nada bueno para la humanidad, puesto que el disfrute de la impunidad lleva indudablemente al mal. No obstante, lejos de luchar contra ella y de imposibilitarla, son muchos los poderosos, e incluso organismos oficiales, los que la proporcionan en la medida en que pueden, o sea la legal. Porque la impunidad total no existe. Quien hace un daño, rompe algo dentro de sí. Eso lo sabía Goethe, que dijo que la más cruel de las venganzas consiste en no vengarse. Al brasileño De Menezes le acribillaron innecesaria y cobardemente. No obstante, la fiscalía del Reino Unido no ordenó ninguna acción contra los guardias que le dispararon. Ahora va a sentar en el banquillo a todo el cuerpo y eso es un modo de disfrazar la acción. Debieron y deben hacer ambas cosas, procesar a quienes participaron en el asesinato y procesar al cuerpo. Quienes confundieron a De Menezes con un terrorista o estaban llenos de miedo o de odio o de ambas cosas a la vez. Podían haberlo apresado, para identificarlo, y no hubieran corrido ningún riesgo con esta acción. Ahora estaría vivo. Sin embargo, con un desprecio total por la vida ajena, decidieron matar primero y preguntar después. Sólo quien sabe que va a ser defendido y perdonado haga lo que haga actúa así. Ahora hay una persona menos en el mundo por su culpa y eso a ellos no les importa. Les importa lavar su imagen. Scotland Yard ha hecho una cosa mal y va a pagar por ello. El Reino Unido es un país ejemplar. Pues no, si De Menezes hubiera tenido aspecto de estadounidense ahora estaría vivo. Los ciudadanos necesitamos que los agentes que portan armas sean personas equilibradas, que saben contenerse y que además disfrutan de un clima de trabajo que evita el estrés innecesario. Lo que no queremos de ningún modo es consentir o comprender asesinatos.