lunes, 7 de enero de 2008

Alfonso Grau, grandilocuente

Se refiere Don Alfonso Grau, en un artículo que publica Las Provincias, al parque que él llama de Marxalenes y que en esta denominación algunos encuentran ecos de la palabra marjal. Si el señor concejal del Ayuntamiento de Valencia no sabe respetar el esfuerzo desinteresado, yo se lo voy a explicar. Don Juan Bautista Viñals Cebriá, contribuyente valenciano, ha investigado, desinteresada y abnegadamente, el origen de la palabra Marchalenes, y ha descubierto que efectivamente proviene de marjal. Y cómo él dice, Marxalenes remite a marxant (marchante). Por otro lado, se entiende que el señor concejal prefiera seguir el interesado dictamen de la fenicia AVL, que tan cara nos cuesta los contribuyentes valencianos.
Dejando aparte la denominación del parque, el señor concejal hace notar que está dedicado al agua, pero omite decir que durante la mayor parte del año todas sus fuentes están secas y no por ahorrar agua, sino porque se estropea la bomba y no hay presupuesto para repararla. También se refiere a la Antigua Fábrica de Aceite y tampoco cuenta que se quemó hace más de un año, debido a la desidia municipal y que debido a eso haya habido que vallar la zona que lo rodea, inhabilitando la zona de juegos infantil que hay a su lado. También olvida que muchas de las mesas de la plaza han desaparecido, sin que el ayuntamiento las reponga, demostrando que los usuarios no le merecen ningún respeto. Omite señalar que pusieron farolas de diseño y que, dado que las vallas que cierran el parque son tan fáciles de escalar, siempre están rotas. Se refiere a los juegos para niños y conviene hacer notar que parte de ellos están, desde hace más de un año, dentro de la valla y los demás no se pueden utilizar durante las horas de sol del verano, porque se calientan mucho. Habla triunfalmente del
Museo del Trenet, y conviene dar un vistazo para hacerse una idea del tal museo. El escaso respeto por los usuarios se evidencia también en el hecho de que muchos fines de semana los mingitorios del parque están cerrados, teniendo que recurrir los visitantes, generalmente mayores, al arbolado y a la parte trasera de algunas edificaciones, puesto que en las cercanías del parque no hay ningún bar. La mayor parte de los visitantes del parque son ancianos, porque los niños tienen pocos alicientes. Choca, incluso, que dada la permisividad del ayuntamiento con los ciclistas que circulan a toda velocidad por las aceras de Valencia, atropellando peatones, sea tan duro con los niños de tres, cuatro o cinco años, a los que no se permite ir por el parque con sus pequeñas bicicletas si les han quitado ya las ruedas de apoyo. El parque de Marchalenes está bien concebido, aunque podría estar mejor, y mal atendido.

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