domingo, 13 de enero de 2008

Javier Marías y el canon

En artículo titulado Tiempos saqueadores, Javier Marías se refiere al canon, aunque hace notar al principio que lo escribió hace trece años, acaso para que no se piense que pretende interferir en la polémica que el PP y el PSOE mantienen sobre la cuestión. Hace notar que se pueden dejar en herencia, fincas, dinero y unas cuantas cosas más, no pudiéndose hacer lo mismo con la propiedad intelectual. Añade que él no publicaría una sola línea si no sacara dinero con ello. Y ése es el punto que interesa, puesto que la vida es tan compleja que resulta imposible regularlo todo convenientemente. Supongamos a alguien que, por haberla heredado o por haberla adquirido por sus medios, tiene una mala uva fuera de lo común y la va repartiendo por doquier ¿debe cobrar derechos por ello? O que, por los mismos motivos, tenga unos modales exquisitos, los cuales quizá no le sirvan para abrir puertas, pero sí para que no se las cierren. Imaginemos que ha de tratar con personas que no han tenido oportunidad de adquirir esos modales y que alguna de ellas, logra apreciarlas y decide imitarle en este aspecto. Es un caso similar al de aquel maestro que reparte sus enseñanzas por doquier, como si sembrara, con la esperanza de que alguna de las semillas germine. Y lo hace tanto en tiempo de clase, cuando cobra, que fuera de ella, de modo gratuito, cada vez que tiene ocasión. En la vida hay muchas cosas cuyo precio, si se cuantificara, sería considerable, pero que se dan gratuitamente. Sé de dos jubilados que, primero uno y después el otro, arriesgaron sus vidas, enfrentándose a un atracador profesional, en muy buena forma física. El atracador acabó por huir y cuando lo cogieron se supo que había salido de permiso de la cárcel, en donde cumplía una condena de 25 años. Los jubilados no han obtenido ningún premio por su acción. Si hubieran pensado en él no la hubieran llevado a cabo. Por mi parte, se lo he pedido en repetidas ocasiones a Rita Barberá, sin siquiera obtener respuesta. Darles un premio equivaldría a fomentar entre la población esas cualidades humanas de las que hicieron gala y también a muy bajo precio.
Volviendo al canon, resulta que el ministro Molina ha dicho que hay que tomarlo como un impuesto; ignora el ministro la diferencia que hay entre impuesto y arbitrariedad. Javier Marías, en su artículo, hace una propuesta más interesante y es que los creadores no paguen impuestos de los beneficios que obtengan de sus creaciones.

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