sábado, 26 de enero de 2008

Elisa Beni

Los poderes fácticos españoles quisieran que el sol les pidiera permiso cada mañana antes de salir y el que el viento soplara exactamente en donde le dijeran ellos. Bajo estos presupuestos, se entiende que hayan puesto el grito en el cielo por el hecho de Elisa Beni haya escrito un libro acerca de su marido, el juez Gómez Bermúdez y el importantísimo caso que ha tenido que juzgar. Cualquiera puede llegar a creer, a la vista del revuelo que se ha armado, que en el libro hace revelaciones extraordinarias y resulta que no es más que un sencillo y sentido homenaje a su marido.
Desde el primer momento, el juez tuvo que soportar presiones de todo tipo. Menos mal que el juicio pudo ser seguido en directo por millones de personas. De no haber sido así, fácil es deducir el aluvión de críticas que tendría que soportar ahora.
Según confiesa la propia autora, la presión la hizo visitar al médico en alguna ocasión, aunque dice que su marido siempre estuvo tranquilo. Así debe de ser, un juez ha de saber soportar las presiones. También los jueces que ahora reciben presiones en contra del matrimonio, a causa del libro.
El juez trabajó de modo exhaustivo, como cuenta su mujer e incluso dedicó su tiempo de vacaciones al juicio. Conviene comparar el rendimiento que le dio a la nación este funcionario con el de aquellos políticos que se dedican a apretar el botón que les ordenan y a cobrar un sueldo por ello, con dietas y premios. Nadie se queja en este país de las personas obsecuentes y sectarias, que tan caras nos resultan.
Lo que ha hecho Elisa Beni es explicar el modo en que su marido encaró el juicio y cuáles fueron sus intenciones y cuáles los obstáculos que se encontró.
No se entiende que un acto libre, realizado por una persona libre en beneficio de otra persona, tenga que ser castigado.

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