Supongo que acierta Esther Tusquest, cuando en su artículo de hoy, publicado en El País, apunta que los cristianos ricos deberían sentirse aterrorizados y, sin embargo, no se les mueve un pelo. En ayuda de esta idea suya viene el dato de que en la misa que celebró el Papa en Valencia se instaló un palco VIP. ¿Estarían quiénes lo ocuparon más cerca del cielo? Algunos se vanagloriaron luego de haber estado allí. Se da la circunstancia de que bajo esos puentes valencianos dormían muchos indigentes. Y que el entonces arzobispo hizo forrar de maderas nobles y mármol, mediante donativos de los ricos, la habitación en la que el Papa iba a descansar una noche. Quizá por ello el arzobispo ha sido promovido a cardenal y con esto Valencia se le ha quedado pequeña. Ahora quiere estar todos los días en todos los medios y por ello no se priva de lanzar sus disparates a los cuatro vientos.
Me parece, en cambio, que se equivoca la articulista cuando señala que los marxistas pretenden establecer, por medios más o menos violentos, un sistema más justo. En cuanto aparece la violencia, deja de haber justicia. Ver coherencia en el hecho de que un rico sea de izquierdas, también es algo presuntuoso. Los ricos de izquierdas también tienen sus palcos VIP, sus aires elitistas, sus delirios de grandeza. Digamos que se les puede llamar meapilas de izquierdas, puesto que si los genuinos meapilas se auto justifican con su supuesta devoción, ellos, como dice Esther Tusquets, lo hacen militando en la izquierda, y con ello ya están salvados.
Las cosas no son así, por supuesto. Por mucho que uno vaya a misa, o milite en la izquierda, lo que de verdad señala a alguien como coherente y digno de ser considerado humano es el tratar de actuar siempre con justicia y eso ya es francamente difícil. Se va viendo con qué poco se conforman algunos para creerse justos. La prueba, también la señala ella misma, es la cantidad de gente que muere de hambre cada día. En un mundo más justo, y la condición para exista es que todos ansiemos la justicia, no ocurriría.
Me parece, en cambio, que se equivoca la articulista cuando señala que los marxistas pretenden establecer, por medios más o menos violentos, un sistema más justo. En cuanto aparece la violencia, deja de haber justicia. Ver coherencia en el hecho de que un rico sea de izquierdas, también es algo presuntuoso. Los ricos de izquierdas también tienen sus palcos VIP, sus aires elitistas, sus delirios de grandeza. Digamos que se les puede llamar meapilas de izquierdas, puesto que si los genuinos meapilas se auto justifican con su supuesta devoción, ellos, como dice Esther Tusquets, lo hacen militando en la izquierda, y con ello ya están salvados.
Las cosas no son así, por supuesto. Por mucho que uno vaya a misa, o milite en la izquierda, lo que de verdad señala a alguien como coherente y digno de ser considerado humano es el tratar de actuar siempre con justicia y eso ya es francamente difícil. Se va viendo con qué poco se conforman algunos para creerse justos. La prueba, también la señala ella misma, es la cantidad de gente que muere de hambre cada día. En un mundo más justo, y la condición para exista es que todos ansiemos la justicia, no ocurriría.
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