Cuando una persona ve a otra en un apuro y puede ayudarle, tiene la obligación moral de hacerlo. Esto se ve claramente en el tránsito motorizado, en el que está penado por las leyes desentenderse de un accidentado. En la vida ordinaria, son tantas las variantes que pueden haber que es imposible legislarlas y regularlas todas. Lo que no se puede es negar la obligatoriedad moral. No obstante, un prohombre y un alto mandatario eclesiástico negaron la ayuda a un pobre que se la solicitó, pues gentes poderosas lo tenían sometido a una situación indigna. Cuando hablaban, ambos dos daban a entender que tenían línea directa con Dios. Le negaron la ayuda al pobre, obviamente, porque para ayudarle tenían que enfrentarse o al menos incordiar a los poderosos que lo esclavizaban, y a ellos les gustaba el marisco, que está muy caro. No niego la posibilidad de que tuvieran línea directa con Dios, sino que los dos virtuosos sabían compaginar la fe con la sumisión al marisco.
Tampoco los gobiernos pueden ayudar siempre. Un gobierno no deja de tener sus limitaciones y, además de eso, las cosas de las que debe estar pendiente son muchas. Pero si no puede hacer el bien siempre, sino sólo las veces que pueda, lo que no debe hacer jamás es el mal, por lo menos a sabiendas. Por ejemplo: la decisión de Aznar de mandar las tropas a Iraq fue una estupidez, porque Bush no es el presidente más adecuado para hacer migas con él; tampoco menospreciarlo, porque es el presidente de Estados Unidos. Y además de una estupidez, un acto de soberbia, puesto que la inmensa mayoría de los españoles desaprobaba esa decisión. La cuestión es que si la hubiera tomado pensando en su propio beneficio el asunto sería mucho peor que si su intención hubiera sido principalmente la de favorecer a España. Aznar no se vuelve a presentar a las elecciones, así lo comentado ya es agua pasada. Lo que importa ahora es saber si las cosas que ha hecho mal Zapatero las ha hecho a sabiendas o han sido fruto de la irresponsabilidad.
Tampoco los gobiernos pueden ayudar siempre. Un gobierno no deja de tener sus limitaciones y, además de eso, las cosas de las que debe estar pendiente son muchas. Pero si no puede hacer el bien siempre, sino sólo las veces que pueda, lo que no debe hacer jamás es el mal, por lo menos a sabiendas. Por ejemplo: la decisión de Aznar de mandar las tropas a Iraq fue una estupidez, porque Bush no es el presidente más adecuado para hacer migas con él; tampoco menospreciarlo, porque es el presidente de Estados Unidos. Y además de una estupidez, un acto de soberbia, puesto que la inmensa mayoría de los españoles desaprobaba esa decisión. La cuestión es que si la hubiera tomado pensando en su propio beneficio el asunto sería mucho peor que si su intención hubiera sido principalmente la de favorecer a España. Aznar no se vuelve a presentar a las elecciones, así lo comentado ya es agua pasada. Lo que importa ahora es saber si las cosas que ha hecho mal Zapatero las ha hecho a sabiendas o han sido fruto de la irresponsabilidad.
Rodrigo de Vivar, el Cid Campeador
Don Quijote de la Mancha
La isla del tesoro
Las mil y una noches
Beatriz Galindo, La Latina
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