La cultura occidental, o la civilización occidental, o como se llame, no da lugar a que se pueda tildar despectivamente de infieles a quienes tienen otras creencias o no tienen ninguna. Ocurre más bien al contrario, puesto que obliga a respetar y a tolerar a quienes profesan otras creencias o religiones, siempre que se les pueda llamar creencias o religiones. Por tanto, la civilización occidental permite atender como es debido a quienes no pertenecen a ella. Zapatero lanzó su idea de la Alianza de Civilizaciones y, como mínimo, el nombre es una tontería. Como suele ocurrir, la tontería ha encontrado apoyos y adeptos. ¿Cómo se pueden aliar dos civilizaciones? Lo que hemos de comprender todos es que el hecho de tener determinadas ideas o creencias no nos hace mejores o peores. Lo que incide en este asunto es la intención con la que abrazamos uno u otro credo o ninguno. Por tanto, la idea que conviene difundir es que no es desconfiando de los árabes como mejor se evita el terrorismo, sino tratando de hacerles ver que se les respeta y entiende. Quitándoles motivos para que se unan a la causa terrorista.
Hay una cuestión pendiente en Europa, puesto que mientras en Francia no se admite el velo en los colegios, en España no hay una norma oficial sobre el asunto y en Bélgica, por ejemplo, los médicos expiden certificados de virginidad. El mundo occidental debe acoger a los árabes que pueda, pero sin que ello implique ninguna renuncia de los valores que nos son propios. Habría que establecer una norma única para todos los países de la Unión Europea, en la que se marcaran los límites que no pueden ser transgredidos.
Otra cuestión sobre la que hay que hacer hincapié, a pesar de que es conocida por todos, es que no se puede vencer al terrorismo islámico por la fuerza, ni con remedios de fábula. Un islámico bienintencionado puede verse atraído por los cerebros del terrorismo y luego convencido por ellos de que debe inmolarse. Hay cientos de miles susceptibles de ser convencidos y muchos entrenados para convencerlos. Por tanto, la solución sólo puede salir de la ONU, en el supuesto de que a ese organismo se le cedan todos los poderes que necesita. El mundo árabe debe darse cuenta de que la ONU es un organismo justo y esa idea serviría para reducir el número de candidatos a terroristas.
Hay una cuestión pendiente en Europa, puesto que mientras en Francia no se admite el velo en los colegios, en España no hay una norma oficial sobre el asunto y en Bélgica, por ejemplo, los médicos expiden certificados de virginidad. El mundo occidental debe acoger a los árabes que pueda, pero sin que ello implique ninguna renuncia de los valores que nos son propios. Habría que establecer una norma única para todos los países de la Unión Europea, en la que se marcaran los límites que no pueden ser transgredidos.
Otra cuestión sobre la que hay que hacer hincapié, a pesar de que es conocida por todos, es que no se puede vencer al terrorismo islámico por la fuerza, ni con remedios de fábula. Un islámico bienintencionado puede verse atraído por los cerebros del terrorismo y luego convencido por ellos de que debe inmolarse. Hay cientos de miles susceptibles de ser convencidos y muchos entrenados para convencerlos. Por tanto, la solución sólo puede salir de la ONU, en el supuesto de que a ese organismo se le cedan todos los poderes que necesita. El mundo árabe debe darse cuenta de que la ONU es un organismo justo y esa idea serviría para reducir el número de candidatos a terroristas.
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