El numerito de Joan Tardà

Aunque el numerito también es de ERC, puesto que Tardà actuaba como portavoz de su grupo. Estos recursos facilones no deberían consentirse en el Congreso, puesto que los contribuyentes no les pagamos el sueldo a los diputados para que pierdan el tiempo. El pasado franquista de Fraga es público y notorio y no debería sacarse a relucir si no se tiene nada nuevo que aportar. Por otro lado, si hubiera que tomar en cuenta, de esa forma taxativa, el pasado de las personas, nadie tendría derecho a la vida. El propio Fraga lo dijo hace muchos años: “no importa de donde se viene, sino adonde se va”. Hay personas que no es que tuvieran un pasado franquista, sino que provienen de la delincuencia o del terrorismo, que han sabido rehacer sus vidas e incluso, en sus ocupaciones actuales, han alcanzado gran notoriedad. A los republicanos se les escapa que no sólo Fraga, sino que muchos otros personajes, de derecha o de izquierda, e incluso políticos, también tuvieron cargos en el franquismo. Y que ese modo suyo de mirar exclusivamente el pasado no concuerda con la idea de que lo único que salva al ser humano es su capacidad de redención. Hamlet se lo explicó a Polonio: “Si hubiera que tratarnos según nos merecemos, nos molerían a palos a todos.” Y si la calidad humana de los republicanos deja mucho que desear, las convicciones democráticas de los afiliados y los votantes de ese partido tampoco son grandes: ni uno solo de ellos es capaz de respetar a los valencianos que defienden su lengua. Pero es que, además, tampoco con consecuentes, ya que siendo tan grande su odio a España, colaboran con su gobierno.
En este caso, han montado la bronca en el Congreso para oponerse a que se ilegalicen los partidos afines a ETA.

Puesto que hay más políticos y personajes públicos que tuvieron cargos en el franquismo, en lugar de arremeter contra Fraga, podrían haber citado a Adolfo Suárez, pero para ello hace falta valor.

Rodrigo de Vivar, el Cid Campeador
Don Quijote de la Mancha
La isla del tesoro
Las mil y una noches
Beatriz Galindo, La Latina
Terrorista
Los que le llamábamos Adolfo
La Comunidad Valenciana y el guirigay nacional