jueves, 12 de febrero de 2009

La UE contra el urbanismo español

Como suele decirse, de aquellos polvos vienen estos lodos. Hubo un tiempo en que el partido socialista dominaba totalmente la Comunidad Valencia. Gobernaba en la Generalidad y en los ayuntamientos y ese dominio tenía visos de ser perenne. Fueron ellos mismos, los socialistas, quienes se empeñaron en perder, ya que en lugar de servidores del pueblo se consideran conductores. Los populares padecen del mismo mal, pero el camino por el que conducen a los valencianos resulta más suave para éstos.
Lo cierto es que el partido socialista, lejos de hacer autocrítica y acomodarse al gusto de los ciudadanos, intenta desacreditar a los partidos rivales, aunque con ello perjudique a los ciudadanos. Siguiendo esta estrategia ha denunciado repetidas veces al “urbanismo salvaje” valenciano, no el de otros sitios, en la UE. El partido socialista podría haber puesto orden en los ayuntamientos que presidía y sobre todo debería haber propuesto medidas contra la corrupción y la exagerada fiebre urbanizadora. Ahora, la UE ha emitido un devastador informe contra el urbanismo español, lo que puede causar graves perjuicios a la campaña turística.
Independientemente del daño que ese informe puede causar a España, hay que considerar el daño que el propio urbanismo ha venido causando ininterrumpidamente, desde hace mucho y que, evidentemente, nadie se ha propuesto atajar. En la estupenda novela de Rafael Chirbes,
Crematorio, se da cuenta cabal de la situación y sus consecuencias. Pero antes de que se publicara esa novela ya había, a disposición de quien lo quisiera leer, un informe de José Luis Luri, extraído de la vida real, de un lugar no muy alejado de aquel en el que reside Chirbes.
Gentes que venden terrenos a muy bajo precio y aun piensan que hacen un gran negocio, puesto que desconocen la finalidad por la que se les ha comprado. Extranjeros que venden a sus compatriotas parcelas y construcciones sin base legal. Parajes que cambian súbitamente su aspecto. Y todo a la vista, porque obviamente estas cosas no se pueden esconder. Y quienes mejor conocen todo lo que ha venido sucediendo, sin necesidad de acudir a la literatura, son los políticos. La moraleja de todo esto es que los ciudadanos hemos salido perdiendo y quienes se han enriquecido indebidamente reciben tratamiento de señores.

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