sábado, 14 de febrero de 2009

Luis Herrero expulsado de Venezuela

Los partidarios de Hugo Chávez van casa por casa exigiendo el sí. Entre los postulantes hay muchos funcionarios que efectúan esa labor porque les obliga el gobierno. Recuerdan a las gentes los favores que les hizo Chávez. Pero esos favores no los ha hecho personalmente, sino en su calidad de presidente. Llegados a este punto, se entra en el terreno de lo discutible, porque se refiere a fondos públicos y a la forma óptima de utilizarlos en beneficio general. Puede argüirse que en lugar de regalar casas a quienes no tienen hubiera sido mejor procurarles trabajo y ofrecerles la casa a precio de coste.
De todos modos, tomar la casa a cambio de la dignidad no parece un buen negocio. Y la pérdida de la dignidad no puede discutirse por cuanto a cada momento se les está recordando su deuda y porque sólo en democracia se tiene. Evidentemente, Hugo Chávez no es demócrata. Un demócrata nunca se cree guía del pueblo, sino servidor suyo. Por otra parte, las simpatías y antipatías suyas ponen de relieve que la democracia para él no es más que un estorbo.
Ahora plantea un nuevo referéndum, después de haberlo perdido hace un año. Eso lleva a pensar que si lo pierde de nuevo, volverá a plantearlo y así sucesivamente hasta que resulte lo que desea con tanto ahínco. Cabe dar por seguro, a la vista del personaje, que en este momento pararía la serie.
Los motivos alegados por este gobierno para expulsar a Luis Herrero y la forma de llevar a cabo la expulsión son ambas propias de un gobierno dictatorial. Si se atrasa la hora de cierre de los colegios y a la vista de las maniobras que se llevan a cabo, lo lógico es sospechar de los motivos y, como es lógico, decirlo. Un observador internacional no debe ser asertivo, ni tampoco dejarse intimidar. Chávez tiene mucho poder, obtenido gracias al petróleo y la indignidad de muchos gobernantes del mundo, cosa que le permite este comportamiento.

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