Los ministros de Finanzas del G-20, entre otras medidas, proponen controlar los sueldos de los banqueros. Pero esta intención puede ser algo así como sí se pretendiera recoger agua con una cesta de mimbre. Los banqueros tradicionalmente han hecho lo que han querido. Sin ir más lejos, siendo como son culpables de la crisis, aunque no los principales como pretenden Corbacho y Zapatero, se han salido de rositas, al igual que los políticos, que son los que más culpa tienen.
El control de los sueldos de los banqueros ya debió haberse establecido hace mucho tiempo, habida cuenta de que son desmesuradamente altos, y además tienen la sospechosa costumbre de fijarse grandes premios por cumplir objetivos a corto plazo. Ellos dicen que esos altísimos sueldos tienen la finalidad de evitar la fuga de cerebros. En realidad, podrían haber dicho cualquier otra cosa que se les hubiera ocurrido. Se los ponen porque pueden y posiblemente seguirán pudiendo en adelante, puesto que siempre encontrarán el modo de salirse con la suya.
Lo que han conseguido esos cerebros a los que se les paga tanto para que no se vayan es quebrar varios bancos, y no han sido más porque los gobiernos han acudido en su ayuda. Por otro lado, si se tiene en cuenta que lo importante son las instituciones, aquella excusa queda sin sentido. Un ejecutivo que se precie debe organizar la institución en la que trabaja de modo que nadie sea indispensable. Debe establecer un protocolo, con unas normas de actuación no rígidas, que sirvan para cada caso que se presente, y que incluyan la renovación y puesta al día en cuanto se detecte algo mejor. Y si no es capaz de conseguir que la institución pueda sobrevivir en caso de que falte alguna de las personas es que su talento no es tan grande.
El control de los sueldos de los banqueros ya debió haberse establecido hace mucho tiempo, habida cuenta de que son desmesuradamente altos, y además tienen la sospechosa costumbre de fijarse grandes premios por cumplir objetivos a corto plazo. Ellos dicen que esos altísimos sueldos tienen la finalidad de evitar la fuga de cerebros. En realidad, podrían haber dicho cualquier otra cosa que se les hubiera ocurrido. Se los ponen porque pueden y posiblemente seguirán pudiendo en adelante, puesto que siempre encontrarán el modo de salirse con la suya.
Lo que han conseguido esos cerebros a los que se les paga tanto para que no se vayan es quebrar varios bancos, y no han sido más porque los gobiernos han acudido en su ayuda. Por otro lado, si se tiene en cuenta que lo importante son las instituciones, aquella excusa queda sin sentido. Un ejecutivo que se precie debe organizar la institución en la que trabaja de modo que nadie sea indispensable. Debe establecer un protocolo, con unas normas de actuación no rígidas, que sirvan para cada caso que se presente, y que incluyan la renovación y puesta al día en cuanto se detecte algo mejor. Y si no es capaz de conseguir que la institución pueda sobrevivir en caso de que falte alguna de las personas es que su talento no es tan grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario