miércoles, 30 de septiembre de 2009

Esas grandes indemnizaciones

Los poderosos suelen hablar con eufemismos, porque si no lo hicieran así quedarían en evidencia. En lugar de no hacer lo que no deben prefieren disfrazar las cosas, prostituyendo, de paso, el lenguaje. Así, a la sumisión, de la que no piensan prescindir por nada del mundo, le llaman docilidad. Al irrefrenable afán por hacer la pelota le llaman humildad.
A los poderosos no les importa decir una cosa hoy y mañana la contraria; por algún motivo les habrá convenido decir cada cosa y como lo que les conviene a ellos es lo correcto, no hay más que hablar. En realidad, con los poderosos no hay nada que hablar, sólo acatar lo que dictan. Queda la opción de observarles, con el talante risueño, que es el mejor para la salud.
Cuando se les dice a los empresarios que los sueldos de sus altos directivos son excesivos alegan que es para tenerlos sujetos y que no se vayan a la competencia. En contradicción con esto, el BBVA ha decidido pagar una fortuna de las de verdad a José Ignacio Goirigolzarri, su Consejero Delegado, para que se jubile. Tiene 55 años, más o menos, la mejor edad para el cargo del que disfrutaba, en el que cobraba un sueldo mucho mayor del que ahora le dan por irse. Es decir, antes le pagaban mucho para que no se fuera a la competencia, si se atiende a los criterios generales, y ahora le pagan para que se ponga a disposición de la competencia, que debería estar haciéndole proposiciones ya. En el caso de que dentro de algún tiempo continúe en el paro, las grandes empresas deberían bajar hasta niveles lógicos los sueldos de sus directivos, habida cuenta de que es un mito eso de que se quieran quitar los directivos unas a otras. Tampoco ha llamado nadie a aquellos otros que jubiló el Santander.

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