martes, 1 de septiembre de 2009

¿Para qué desprestigiar a las SICAV?

Son dados los socialistas a los gestos demagógicos y pretendidamente ejemplarizantes. Expropiaron Rumasa, siendo uno de los objetivos que sus votantes pensaran que con ello se daba aviso a los poderosos y resulta que, al menos unos cuantos de ellos, bailaron de contento.
La tomaron con Lola Flores, no con algún político, con la supuesta intención de amedrentar a los defraudadores de Hacienda. Lola Flores demostró ser más lista que ellos y el tiro les salió por la culata. En realidad, esos gestos sólo pueden asustar a los pobres y los socialistas, lógicamente, lo saben. También dejaron ir demasiado lejos al Banesto y los pequeños accionistas no debieron quedar muy conformes con esta tardanza. Durante los mandatos socialistas no se ha empequeñecido la distancia entre los pobres y los ricos.
Ahora se intenta desprestigiar a las SICAV, en lo que parece una incruenta batalla. Las SICAV se instituyeron probablemente para evitar la fuga de capitales. Y en la ley que las regula hay una norma que no tiene sentido. Es esa que obliga a que la SICAV tenga un mínimo de cien socios. No tiene sentido porque los socios no están obligados a tener un mínimo significativo de acciones, con lo que en la práctica se suelen poner noventa y nueve socios de relleno. Para eso, hubiera sido mucho mejor que las hicieran individuales. Esa cláusula sólo persigue dar cierta apariencia a las cosas, pero al mismo tiempo permite que utilice a otras personas como títeres, con lo que demuestra muy poco respeto por el género humano.
Lo que da a pensar todo esto es que cuando se amaga hacia un lado se da el golpe en otro, de modo que quienes realmente van a soportar todo el peso de la crisis son los de siempre. Y como siempre tratando de que parezca otra cosa.

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