En su artículo de hoy, en la Tercera de ABC, titulado Partitocracia, José María Carrascal expone su criterio según el cual en España no tenemos democracia, sino que lo nuestro es una partitocracia. A lo largo de todo su fundamentado artículo va exponiendo las razones por las que no cabe catalogar como democracia nuestro sistema político, sino como dictadura de los partidos.
No es original, puesto que a estas alturas ya media España se ha dado cuenta y la otra media también, pero sería un milagro que los partidos políticos actuales se hicieran el harakiri, para dar paso a una democracia auténtica, en la que los políticos tuvieran que responder ante los ciudadanos, los verdaderos dueños del poder, en lugar de hacer la pelota a los líderes de sus partidos. De este modo los ciudadanos no tenemos más remedio que darnos cuenta de que no pintamos nada, o todavía menos que nada, puesto que se nos intenta manipular, para que seamos cada día más sectarios, con el objetivo de “fidelizar” nuestros votos.
En refuerzo de la anterior tesis viene la noticia de la destitución del letrado de las Cortes Valencianas, según su presidenta Milagrosa Martínez por la “incomunicación” con ella misma. No se entiende que pueda haber “incomunicación” entre dos instancias oficiales, lo que lleva a pensar que esta palabra fue usada como eufemismo, y quizá lo que realmente quiso decir es que no le obedece.
Por el otro lado, otros conspicuos socialistas, como Jordi Sevilla y otros, también muestran su descontento por la mano férrea con la que Zapatero rige el partido. Los ministros se limitan a obedecer y así vamos directos hacia la catástrofe.
Como dice José María Carrascal, los partidos controlan el ejecutivo, el legislativo y la justicia. También los medios estatales. Pero cuando habla de los restantes medios de comunicación dice que bastante tienen con hacer oír sus voces. Pues no. También están controlados por los partidos. Las administraciones públicas compran buena parte de sus tiradas y además insertan anuncios en ellos. De ahí que cada medio tenga sus límites bien marcados y resulte arriesgado salirse de ellos. Eso los lleva a ir muriendo poco a poco, pero es que de otro modo podrían morir de golpe. La democracia les podría dar algún tipo de esperanza.
No es original, puesto que a estas alturas ya media España se ha dado cuenta y la otra media también, pero sería un milagro que los partidos políticos actuales se hicieran el harakiri, para dar paso a una democracia auténtica, en la que los políticos tuvieran que responder ante los ciudadanos, los verdaderos dueños del poder, en lugar de hacer la pelota a los líderes de sus partidos. De este modo los ciudadanos no tenemos más remedio que darnos cuenta de que no pintamos nada, o todavía menos que nada, puesto que se nos intenta manipular, para que seamos cada día más sectarios, con el objetivo de “fidelizar” nuestros votos.
En refuerzo de la anterior tesis viene la noticia de la destitución del letrado de las Cortes Valencianas, según su presidenta Milagrosa Martínez por la “incomunicación” con ella misma. No se entiende que pueda haber “incomunicación” entre dos instancias oficiales, lo que lleva a pensar que esta palabra fue usada como eufemismo, y quizá lo que realmente quiso decir es que no le obedece.
Por el otro lado, otros conspicuos socialistas, como Jordi Sevilla y otros, también muestran su descontento por la mano férrea con la que Zapatero rige el partido. Los ministros se limitan a obedecer y así vamos directos hacia la catástrofe.
Como dice José María Carrascal, los partidos controlan el ejecutivo, el legislativo y la justicia. También los medios estatales. Pero cuando habla de los restantes medios de comunicación dice que bastante tienen con hacer oír sus voces. Pues no. También están controlados por los partidos. Las administraciones públicas compran buena parte de sus tiradas y además insertan anuncios en ellos. De ahí que cada medio tenga sus límites bien marcados y resulte arriesgado salirse de ellos. Eso los lleva a ir muriendo poco a poco, pero es que de otro modo podrían morir de golpe. La democracia les podría dar algún tipo de esperanza.
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