sábado, 26 de septiembre de 2009

Espionaje en el Barcelona

Los clubes de fútbol son unos entes que generan grandes pasiones, las cuales permiten que se muevan grandes cantidades de dinero de forma presumiblemente opaca. Si paralelamente las clases políticas tuvieran sentido común y respeto por los ciudadanos impondrían todos los controles que fueran necesarios, para que al menos existiera la opinión de que se intenta perseguir el fraude.
Pero no, los políticos se suben al carro de la pasión, tratando de aprovecharla electoralmente, y recalifican terrenos, condonan deudas, y quizá hagan la vista gorda en más de una ocasión. Dentro de este estado de cosas tan demencial, ha surgido un nuevo disparate, que no será el último ni mucho menos, el próximo debe de estar cociéndose ya en cualquier rincón de nuestra geografía, y ha consistido en que el director general del club ordenó que se espiara a varios directivos.
El asunto es chusco, se mire por donde se mire y además fue llevado a cabo con dinero del club, o sea, de los socios. Hay corrupción por un lado, cosa que es sumamente grave, y que demuestra además el respeto que se tiene por el dinero de los socios, pero indica también estupidez y mal gusto, sin que sea posible que es peor la estupidez o la corrupción. Para empeorar las cosas, algunos sectores catalanes, muy puntillosos en otras cuestiones, se han empeñado en defender al presidente, echando toda la culpa al director general. Pero el presidente es el responsable de todo lo que se hace en el club, tanto si lo sabe como si no. Si el director general espía a otros directivos sin su consentimiento es que lo toma por tonto. Laporta, finalmente, ha defendido al director general, y dice que hay una campaña difamatoria, puesto que el asunto ha salido a la luz cinco meses después de que ocurriera. Haber mantenido en secreto el caso durante cinco meses es una vergüenza que añadir.

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