viernes, 11 de septiembre de 2009

Apártate, que me tapas el sol

Esa fue la respuesta de Diógenes de Sínope cuando Alejandro Magno le ofreció cualquier cosa que le pidiera. Si se le cuenta a alguno de nuestros políticos actuales, lo más probable es que la mayor parte de ellos se partan de risa. Habría que tomar un candil para buscar un político capaz de hacer lo mismo.
Puesto que son expertos en el arte de lisonjear al poder, también lo son en el de usarlo; siempre con dinero público, claro. Así ello, al igual que hizo en su día Alejandro Magno, tientan a la gente; pero no necesitan ofrecer todo, basta con cualquier cosa; y a los que no aceptan, ni agua. Mediante esa técnica, los nacionalistas, allá en donde logran el poder, van ganando adeptos; no conviene estar en contra suya. También lo hacen los demás partidos, pero no de un modo tan ostensible.
Ellos van a la suya, no importa que estemos en crisis, ellos tienen que provocar; para que quienes no piensan como ellos se sientan incómodos; para que quienes ya han adoptado su credo puedan incordiar a los que no lo han hecho; para que la realidad de las cosas no haga olvidar sus objetivos. De este modo cabe catalogar la pretensión del ayuntamiento de Arenys de Munt de celebrar una consulta popular por la independencia de Cataluña. Esta consulta, como es natural, cuesta dinero. Derrochar dinero en los tiempos que corren debería ser delito. Pero una constante de la clase política española es el derroche. Los políticos españoles no temen a la crisis, a ellos no les afecta, como tampoco les afecta la subida de impuestos que se espera.
Pero la cosa tiene mal remedio. Cualquier político, cuyas habilidades se resuman en saber hacer frases hirientes para la oposición y en proporcionar titulares a la prensa, se inscribe en Facebook y enseguida tiene miles de seguidores, que le aplauden y le ríen todas las gracias. El interés de los ciudadanos está en Belén Esteban, Paris Hilton, los políticos, Julián Muñoz, los futbolistas, Penélope Cruz, etc. Ya no se ve a los políticos como servidores del bien común, sino como vedettes. Así es difícil cordura y exigir la contención del gasto público y la supresión de gestos inútiles.

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