Lubna Husein fue castigada a recibir 40 latigazos por vestir pantalones. En Sudán, las mujeres tienen prohibido llevar pantalones. La presión internacional hizo que le conmutaran los latigazos por 150 euros de multa, que se negó a pagar, prefiriendo la cárcel. El sindicato de periodistas, afín al gobierno, pagó la multa, con la clara intención de que el incidente pierda fuelle en los noticieros internacionales. Lubna, por su parte, no quiere que pase al olvido y anuncia que seguirá poniéndose los pantalones.
De esta lucha suya se saben ya varias cosas. La primera de todas es que ella, o quienes tomen su relevo acabarán triunfando. Cuando lo que se pide es tan evidentemente justo no cabe pensar otra cosa. Lo segundo que se sabe es que a Lubna no le va a salir gratis su triunfo. El Mal existe y no pierde ocasión de demostrarlo. Incluso sabiendo, como es el caso, que al final va a ganar la causa contra la que lucha, resistirá hasta el último instante, momento en que se pondrá el disfraz, para ponerse de parte de los vencedores. Lo tercero que se sabe es que en estos momentos muchas mujeres están de parte del poder y si se tercia pedirán mano dura para las transgresoras. Lubna sabe que está arriesgando la vida, y puede que la acabe perdiendo, o quizá la salud u otra cosa. Algún precio va a tener que pagar.
Se sabe también que cuando finalmente se haya terminado la polémica, muchas de las que antes pedían mano dura con las mujeres que se atrevieran a vestir pantalones, se apresurarán a ponérselos, e incluso el tanga, y escribirán bellos artículos proclamando el derecho de las mujeres a vestir como les plazca. Y hasta puede que algunas de ellas lleguen a ser ministras de cuota del nuevo gobierno, que será más o menos similar al de antes, pero con nuevas formas de enredar. Siempre hay gente dispuesta a beberse la sangre de los mártires.
De esta lucha suya se saben ya varias cosas. La primera de todas es que ella, o quienes tomen su relevo acabarán triunfando. Cuando lo que se pide es tan evidentemente justo no cabe pensar otra cosa. Lo segundo que se sabe es que a Lubna no le va a salir gratis su triunfo. El Mal existe y no pierde ocasión de demostrarlo. Incluso sabiendo, como es el caso, que al final va a ganar la causa contra la que lucha, resistirá hasta el último instante, momento en que se pondrá el disfraz, para ponerse de parte de los vencedores. Lo tercero que se sabe es que en estos momentos muchas mujeres están de parte del poder y si se tercia pedirán mano dura para las transgresoras. Lubna sabe que está arriesgando la vida, y puede que la acabe perdiendo, o quizá la salud u otra cosa. Algún precio va a tener que pagar.
Se sabe también que cuando finalmente se haya terminado la polémica, muchas de las que antes pedían mano dura con las mujeres que se atrevieran a vestir pantalones, se apresurarán a ponérselos, e incluso el tanga, y escribirán bellos artículos proclamando el derecho de las mujeres a vestir como les plazca. Y hasta puede que algunas de ellas lleguen a ser ministras de cuota del nuevo gobierno, que será más o menos similar al de antes, pero con nuevas formas de enredar. Siempre hay gente dispuesta a beberse la sangre de los mártires.
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