Los políticos dicen que sí, porque a ellos les conviene. Sobre todo a los nacionalistas, que pueden presionar a su antojo y calificar como enemigos de la patria a quienes les critican. Esta democracia no funciona porque todos los días nos hemos de enterar de algún escándalo como el de la hija de Chávez, la corrupción en Barcelona, el Gürtel, que cada vez se extiende más y más. Y nadie dimite.
Aparte de ese chorro de dinero que a lo mejor los jueces califican de delictivo, está el chorro legal, pero inmoral, de las concesiones a empresas de amigos o familiares de los políticos. Tampoco tiene visos de que sea moral el grandísimo número de asesores, teniendo en cuenta además y la vista de lo catastrófico de la situación, que su utilidad es dudosa. A todo lo anterior habría que añadir la tendencia de los políticos al despilfarro y a pensar exclusivamente en ellos, que es lo cabe pensar al conocer sus jubilaciones y finiquitos.
En la situación actual, un político que piense en los ciudadanos y trabaje para ellos tiene poco porvenir. Puesto que son los partidos los que tienen el poder, la única opción que tienen los políticos es hacer la pelota a quienes mandan en el partido. Alguien que haga bien su trabajo y pueda resultar útil para los ciudadanos, puede ser visto como un rival dentro de su partido y convertirse de inmediato en objeto de una cacería.
Quizá si los políticos dependieran directamente de los ciudadanos tendrían más iniciativa propia y acometerían la tarea de controlar a sus rivales, investigando sus actividades y exhibirían ante la opinión pública los resultados de sus investigaciones. Trabajar por cuenta propia y no del partido proporciona un plus de crédito ante la opinión pública. Acabar con la dictadura de los partidos es urgente.
Aparte de ese chorro de dinero que a lo mejor los jueces califican de delictivo, está el chorro legal, pero inmoral, de las concesiones a empresas de amigos o familiares de los políticos. Tampoco tiene visos de que sea moral el grandísimo número de asesores, teniendo en cuenta además y la vista de lo catastrófico de la situación, que su utilidad es dudosa. A todo lo anterior habría que añadir la tendencia de los políticos al despilfarro y a pensar exclusivamente en ellos, que es lo cabe pensar al conocer sus jubilaciones y finiquitos.
En la situación actual, un político que piense en los ciudadanos y trabaje para ellos tiene poco porvenir. Puesto que son los partidos los que tienen el poder, la única opción que tienen los políticos es hacer la pelota a quienes mandan en el partido. Alguien que haga bien su trabajo y pueda resultar útil para los ciudadanos, puede ser visto como un rival dentro de su partido y convertirse de inmediato en objeto de una cacería.
Quizá si los políticos dependieran directamente de los ciudadanos tendrían más iniciativa propia y acometerían la tarea de controlar a sus rivales, investigando sus actividades y exhibirían ante la opinión pública los resultados de sus investigaciones. Trabajar por cuenta propia y no del partido proporciona un plus de crédito ante la opinión pública. Acabar con la dictadura de los partidos es urgente.
1 comentario:
¿Y que salida hay, si ni cuando murio Franco el pueblo exigio sus derechos? Tampoco cabe esperar que la cultura, allende alguna generacion, desvele lo fragil de nuestros derechos.
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