Me refiero, lógicamente, a los que tuvo que sufrir el presidente del gobierno durante el desfile del 12 de octubre. Hay una ocasión para cada cosa y ese no era el momento ni el lugar para dar rienda suelta a ningún tipo de desahogo. Dado que la asistencia al acto por parte de Zapatero era obligatoria, aprovecharse de ello dice muy poco a favor de quienes lo hicieron.
Por otra parte, esas exteriorizaciones extemporáneas, comparables a las que llevan a cabo los energúmenos que insultan y arrojan objetos en los campos de fútbol, denotan la impotencia que sienten quienes las llevan a cabo. En el caso del fútbol, la cosa no tiene solución, porque ésta consistiría en quitarle importancia a lo que ocurre en campo, algo impensable por ahora. Pero en política la solución podría consistir en darle más protagonismo al ciudadano, que en la actualidad no puede más que considerarse como un juguete en manos de las oligarquías que echan a rodar por la pendiente todos sus sueñas, mientras ellas satisfacen los suyos. He aquí que a Carod se le ve sumamente feliz, quizá más de lo que nunca se había atrevido a imaginar. ¿Pero cuánto dinero ha derrochado? Los pobres, los que tienen facturas pendientes de cobro de las administraciones, no pueden tenerle mucha simpatía. Anasagasti puede pasar mucho tiempo en la peluquería, por lo que se ve. Suerte que tiene, pero ¿pueden los parados satisfechos con esta clase política?
Probablemente, si hubiera democracia en los partidos Zapatero ya no sería presidente. Hasta es posible que las cúpulas de los partidos fueran otras. Es seguro que los nacionalistas se comportarían de otra manera. Lo cierto es que se hace difícil imaginar a venerables padres de familia fijándose en los deditos que levanta el encargado para votar lo que él ordena. Eso es corrupción pura y dura.
'Espejismos'
'Hablar sin palabras'
'Los tiburones han muerto'
'El Cid contado a los niños'
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'El día del juicio'
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