A pesar de que Sócrates nos enseñó a cuestionárnoslo todo y de Einstein nos explicó la ley de la gravedad, cosas ambas que dejan bien claro que lo natural de los seres humanos es vivir en la duda permanente, abundan quienes se empeñan en implantar sus certezas absolutas y posiblemente por eso Hawking nos induce a salir pitando en busca de otros mundos.
Lo cierto es que por mucho que algunos se empeñen en hacernos creer en sus verdades la duda se impone la mayor parte de las veces. Para estos casos resulta de mucha utilidad tener una referencia, una brújula, ese instrumento que señala el norte. Se discute sobre la legalización de las drogas, ese asunto tan controvertido y tan difícil de resolver, porque muchas de las personas más poderosas del mundo deben de hacer negocio con ellas, y tras leer el sensato artículo de Berna González Harbour publicado en El País con el título “El error de legalizar las drogas”, se puede quedar uno medianamente convencido, pero si antes hubiera leído en El Correo el artículo titulado Drogas, en el que Rosa Regas se muestra a favor de su legalización, ya no hace falta leer nada más para saber que legalizarlas es un error. Basta con leer lo que dice Rosa Regas sobre cualquier cuestión para saber que la verdad está en el lado contrario.
Así ocurre también en el caso de los recientes sucesos de Ecuador, Moisés Naím, escribe en El País, un artículo titulado “Golpes: la nueva receta”, en el que concluye que el escepticismo protege mejor a la democracia que el apoyo incondicional a los gobiernos que sobreviven a las intentonas. En cambio, Rosa Règas, en su artículo “Golpe de Estado”, publicado también en El Correo, no sólo se refiere a Rafael Correa, sino también a Hugo Chávez. Lo suyo es, precisamente, el apoyo incondicional a ambos, Chávez y Correa. Ese par.
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