Produce desazón que con tanto daño como ha hecho Francisco Camps haya tenido que ser juzgado por un hecho tan nimio y con unas pruebas tan endebles. Y ahora va el sujeto y agradece el apoyo de la España limpia, grande e ilusionada.
Y de la ruina de la Comunidad Valenciana, ¿qué? No se puede ser más irresponsable e inconsciente de lo que demuestra ser el, por fortuna, ex presidente de esta Comunidad. Quizá, en su desenfreno, pretenda volver (esperemos que en vano) al cargo que tan mal desempeñó, para terminar el trabajo que dejó pendiente, que no es otro que arruinarnos definitivamente a todos.
No recuerdo haber dicho nunca que Camps podía ser condenado por el asunto de los trajes. Había un dato que apuntaba a la absolución. Si las pruebas hubieran sido consistentes, el diario El País no hubiera estado dando la murga día tras día. Sí que he dicho en repetidas ocasiones que Camps debería dimitir, desde mucho antes de que su propio partido le obligara a hacerlo. ¿Pertenece su amiguito del alma al que quería un huevo a la España limpia, grande e ilusionada? Si hubiera tenido vergüenza hubiera dimitido nada más darse a conocer la grabación. En ese caso, tal vez estuviéramos menos arruinados los valencianos. Quizá se hubiera parado la sangría de dinero público.
Mal camino lleva Alberto Fabra cuando exige que se le pida perdón. Está llevando a cabo unos recortes brutales, que afectan gravemente a personas que no tienen ninguna culpa de que el gobierno valenciano haya malgastado tanto, ni de que ya no quede ninguna entidad financiera valenciana y ahora hay que pedirle perdón al responsable. ¿Y quién pide perdón a los valencianos? Quien tiene que pedir perdón es Alberto Fabra, como presidente del Consell, por tanto escándalo, por tanto despilfarro, por tanto y tan brutal recorte. Los enchufados siguen, claro. Ahí no hay recortes.
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