lunes, 23 de enero de 2012

Nos hemos de rascar el bolsillo

España no es uno de esos países serios en los que quien la hace la paga. En España la paga según quién. A uno de los máximos responsables de que Bancaja esté en una lamentable situación le están buscando trabajo, pero no uno cualquiera, sino uno en el que se le pueda pagar un sueldo estratosférico. Otro banquero de esos que dicen que hay que recortar salarios y pensiones, se ha jubilado con casi 60 millones de euros.
En cambio, lo que le toca al ciudadano de a pie es pagar. Si Rita tiene el capricho de la Fórmula 1 y el Puente de las Flores, hay que pagar. El ciudadano de a pie paga, porque hay que poner a Valencia en el mapa.
Si Artur, ¡Cielo Santo, Artur!, ¡Nada más que Artur!, o nada menos, se empeña en tener embajadas catalanas y en propagar que España nos roba, o sea que España les roba a ellos, pues el ciudadano de a pie, viva en Barcelona, o viva en Sevilla, tiene que rascarse el bolsillo. ¿Qué sería de CiU sin toda esa serie de chorradas que tan caras nos cuestan? Pues nada, no sería nada. Desaparecería del mapa. De modo que el ciudadano de a pie tiene que rascarse el bolsillo.
El ciudadano de a pie tiene que rascarse el bolsillo para pagar muchas cosas de las que se podría prescindir tranquilamente sin que nadie notara nada. Televisiones que acabarán cerrando irremisiblemente por falta de audiencia, entre otras muchas cosas. El ciudadano de a pie ha de pagar muchas cosas que sólo convienen a la clase política. Uno le dice a alguien del PP: El CVC es perfectamente prescindible. Está en el Estatuto, es la rápida respuesta del político. ¿Y por qué está en el Estatuto? ¿Y qué necesidad había del Estatuto? En España, los políticos (la casta), hacen y deshacen a su antojo. Y el papel que se le reserva al ciudadano es que se rasque el bolsillo, en un gran número de ocasiones para pagar estupideces.

No hay comentarios: