jueves, 19 de enero de 2012

El ejemplo de Julio Anguita

Vaya por delante que mi relación con los postulados de Izquierda Unida es escasa. No suelo encontrarlos viables, ni correctos. A menudo me parecen estrafalarios. Y, sin embargo, creo, a la vista de la deriva que han tomado las cosas, que a España le hubiera convenido que Julio Anguita fuera presidente del gobierno.
Hay un dato en el que conviene fijar la atención. Ha renunciado a todos los emolumentos y prebendas que le corresponden como ex político. Vive de la pensión que le corresponde por su actividad profesional. Que yo sepa, no lo ha hecho nadie más. Ni Felipe González, ni José María Aznar, ni José Luis Rodríguez Zapatero, tienen arrestos para hacer algo igual. Lo mismo cabría decir de los ex políticos autonómicos, cuyo número es tan nutrido. A éstos no se les han aplicado los mismos recortes que a los funcionarios, los pensionistas y los parados.
Digamos que Julio Anguita ha demostrado que no es egoísta y que tiene pudor.
Por las propuestas que hacía en su época de político cabe suponer que hubiera hecho alguna burrada, pero los que han sido presidentes han hecho burradas muy gordas, y en estos casos ya no se trata de suposiciones, sino de realidades. Y esas burradas no les afectan a quienes las hicieron, muy bien arreglados todos, sino a los ciudadanos.
Cabe la posibilidad de que Julio Anguita, a la vista de su demostrada falta de egoísmo, rectificara en algunas cosas, antes de llevarlas a la práctica, cosa que no han hecho los demás, que se han creído con derecho a llevarnos al abismo en el que estamos.
Y aunque hubiera llevado a la práctica esos proyectos dudosos que se advertían en sus programas, difícilmente estaríamos tan mal como estamos ahora.
Habría que prescindir de las etiquetas siempre y no sólo a la hora de votar. La etiqueta de Julio Anguita es 'comunista'. Las etiquetas de otros, por gozar de mayor aceptación, han impedido que se mire lo bochornoso de sus propósitos.

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