martes, 22 de octubre de 2013

Dolor para las víctimas, alegría para otros

A mí que me pongan junto a los que sufren de forma injusta, no quiero tener relación con quienes se han alegrado de que salgan de la cárcel quienes han hecho méritos más que suficientes para estar encarcelados de por vida.
Pero me parece adecuado dejar constancia de este párrafo del artículo de José María Ruiz Soroa, titulado La ley no tolera atajos, que recomiendo leer en su totalidad.
Lo que este tribunal ha declarado incompatible con el Convenio Europeo de Derechos Humanos es la aplicación retroactiva de esa “doctrina” a delincuentes que habían comenzado a cumplir sus penas antes de que, en una malhadada decisión de 2006, el Tribunal Supremo español decidiera cambiar sobre la marcha las reglas del juego y mantener a una terrorista en prisión más tiempo del que le correspondía.”
Conviene anotar también que en la sentencia del TEDH hubo tres votos discrepantes, suscritos por siete de los diecisiete jueces que formaban el tribunal, y entre esos siete no está Luis López Guerra y un voto concurrente.
Las víctimas del terrorismo, que son las víctimas más inocentes de todas las víctimas, son las que salen perdiendo siempre, a causa de la desidia de los políticos, o de los intereses electorales de éstos, o de la improvisación, y en definitiva que, en términos generales, la casta política no se toma en serio a las víctimas.
Tengo escrito, y de modo repetido, que si existen asociaciones de víctimas es porque el Estado no les hace caso. Las víctimas pueden ser mejores, buenas, malas o peores, pero son víctimas y por el simple hecho de serlo deberían recibir una atención especial por parte del Estado. En lugar de eso, se les ha intentado dividir y enfrentar entre ellas.
En mi opinión, hay que acatar la sentencia, porque la casta política española ha venido haciendo las cosas mal. Pero lo primordial es estar con las víctimas y comprender su dolor. La alegría, en este caso, hay que dejarla para los canallas.

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