domingo, 20 de octubre de 2013

La historia de Manuel Pimentel y Alicia Sánchez Camacho

Se ha dicho que Alicia deseaba ser madre, pero que como tenía problemas para fecundar recurrió a la fecundación in vitro.
Eso está muy bien, pero muchas mujeres no son madres y no por ello se sienten frustradas. Alicia quería ser madre y lo podía conseguir. También podría haber optado por la adopción.
En un principio no quiso decir quien había sido el donante y ahora aduce que su hijo necesita la figura paterna. Está muy bien tenerla, pero Jacques Cormery, el protagonista de El primer hombre, la novela póstuma de Albert Camus, no la tuvo, de ahí el título.
La historia de ambos está bien y realmente no le interesaría a nadie más que a ellos dos, pero la clase política española se cree capacitada para hacernos creer a los demás que los burros vuelan y buscan explicaciones para todo, aunque sean estrambóticas o innecesarias.
Manuel Pimentel es de los pocos políticos españoles capaces de dimitir o de apartarse de la política, cuando se llevan a cabo actividades que no le convencen. Otros se tragan un sapo tras otro. Si Pimentel también se hubiera tragado los sapos que se le venían a la boca es posible que hoy estuviera sentado en el consejo de administración de Telefónica, o de cualquier otra empresa del Ibex. Los hay que están en varios. Y luego dan lecciones de ética.
A Pimentel hay que agradecerle esa lección que ha dado en muchos. No la aprovechan, pero eso no es culpa de él.
El discurso de Alicia Sánchez-Camacho está muy por debajo del de Albert Rivera, el mejor político catalán de hoy en día. Me temo que es ella la que está llevando este asunto por caminos ilógicos. No voy a negarle que pueda tener otras cualidades, que Manuel Pimentel debe de haber visto.
'Iluminados y perversos'
'Cien palabras'
'La caída de Madrid'
'La muchacha de Catulo'
'Niños, adolescentes y redes sociales'
'El franquismo'
'Hablar en público y en privado'
'El olvido de sí'

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