miércoles, 9 de octubre de 2013

El papelón de Cándido Méndez

Es indiscutible que los sindicatos son absolutamente necesarios, puesto que sin ellos los trabajadores están indefensos ante la poderosa patronal.
Pero cuando los sindicatos se convierten en otra estructura piramidal de poder la indefensión de los trabajadores es doble.
En la Comunidad Valenciana el nombre de la UGT es UGT-PV. De modo que al afiliarse a este sindicato se comienza comulgando con una rueda de molino. El trabajador puede estar conforme con la denominación País Valenciano, pero el hecho de que se la impongan supone que le quitan un derecho. Y si no está de acuerdo, el caso es el mismo.
Para que los ciudadanos de a pie, entre los que lógicamente están los trabajadores por cuenta ajena, se puedan sentir señores, es imprescindible el imperio de la ley, lo que precisa también de una Justicia independiente. Cuando hay algo o alguien por encima de la ley quien pierde es el indefenso.
Por tanto, los sindicatos deberían ser los primeros en respetar las leyes, y en este caso el nombre oficial de cada Comunidad Autónoma.
De donde se deduce que el hecho de que les guste imponer su criterio ya da una pista de por dónde van los tiros. Y a partir de este dato se entiende que Cándido Méndez hable como si lo hiciera para una masa acrítica, entregada a sus encantos.
Lo correcto, tras destaparse lo de las facturas falsas es que hubiera dimitido inmediatamente, tenga o no tenga que ver con el asunto. Y después de haber presentado la dimisión, debería haber explicado, de modo claro y rotundo, pensando en un auditorio adulto, las causas por las que pudo ocurrir las irregularidades de las que se acusa a su sindicato.
El horno no está para bollos, ni medias tintas. Dada la situación actual, eso de que “si se han cometido errores, se corregirán”, ofende.

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