sábado, 5 de octubre de 2013

Fue Gorka Maneiro

Se está imponiendo entre los nacionalistas la costumbre de llamar fascistas a quienes se les oponen. Lo dicen y se lo creen.
La ilustración que ofrece la wikipedia sobre el asunto no les gustará a esos: su base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas o revanchistas que conducen a la violencia ya sea de las masas adoctrinadas o de las corporaciones de seguridad del régimen contra los que el Estado define como enemigos por medio de un eficaz aparato de propaganda, aunado a un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro político (izquierdas o derechas), lo que no impide que habitualmente diferentes enfoques ideológicos proporcionen diferentes visiones del fascismo.”
Lo que consiguen los nacionalistas es que los mejores, si pueden, se vayan del sitio que aman, para no sentir la pena de ver hasta qué punto es degradado por la acción de esos egoístas que no miran más que por su propio interés particular. Dos grandes catalanes, Félix de Azúa y Albert Boadella, se han ido de Cataluña. Le sucede lo propio en el País Vasco a Rosa Díez, cuyo partido, UPyD, es el único que defiende de manera inequívoca a las víctimas del terrorismo. Agradecidos le están los vascos de bien. De los otros más vale no hablar.
Fue Gorka Maneiro quien protestó porque uno de esos que no deberían estar en la política española, como dictaminó el Supremo, llamó fascista a Borja Sémper. Ante la inoperancia de la presidencia de la Cámara, que no lo “escuchó”, protestó Gorka Maneiro, en un gesto que lo enaltece. La presidencia, en lugar de disculparse, le mandó callar. Hasta estos extremos de vileza llega esta democracia que estamos construyendo los españoles, con la ayuda del Tribunal Constitucional. Y luego, esos que están y no deberían estar, tratan de desprestigiar a UPyD, porque les dice las verdades del barquero.

No hay comentarios: