lunes, 21 de octubre de 2013

El caso Leonarda Dibrani

Eliot Ness y su equipo de diez hombres, elegidos cuidadosamente por él, pudo vencer a la mafia en su día. El sueldo de Eliot era de 2800 dólares brutos al año. Al Capone le ofreció dos mil dólares semanales, que rechazó mediante un provocativo anuncio en la prensa.
Hoy en día, Los Intocables hubieran fracasado. Los mafiosos hubieran aprovechado las posibilidades que ofrece nuestra época para desacreditar a Eliot Ness y su equipo, y hubieran organizado manifestaciones multitudinarias para exigir que se les expulsara de la policía. Y los políticos de hoy sucumben fácilmente a las presiones de la calle.
Se vio con el caso Alpha Pam, en el que ni Martí Sansaloni, del PP, ni Alfredo Pérez Rubalcaba, del PSOE, tienen idea de lo que ocurrió. Sin embargo, el primero tomó medidas, destituyendo a quien no tenía ninguna culpa, y el segundo exige responsabilidades.
Es fácil movilizar a la gente. Abundan los que por “una causa justa” se ponen en marcha. El ser humano necesita creerse bueno y justo, y si puede hacerlo de forma gratuita, mejor.
Si a los manifestantes catalanes se les hubieran hecho algunas preguntas sobre la historia de Cataluña, se hubiera comprobado que no tenían ni idea. Si se les hubiera preguntado además por las consecuencias que tendría lo que pedían se hubiera visto que en todos los casos la respuesta hubiera pertenecido al campo de lo onírico.
Los países, incluso los más salvajes, se rigen por leyes. Y donde no hay ley manda el más fuerte. Las leyes no son perfectas, sino perfectibles, pero son las que nos permiten andar tranquilamente por las calles.
Ahora toca preguntar a quienes se manifiestan a favor de Leonarda Dibrani si se han molestado en estudiar la resolución del juez. Y si conocen los preliminares y todas las circunstancias que rodean al caso.

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