sábado, 26 de octubre de 2013

El PP ofrece un cargo a Ángeles Pedraza

Es evidente que en esta vida abundan los que no tienen claros los conceptos. Las víctimas del terrorismo lo son simplemente porque los terroristas se han fijado en ellas; o porque estaban en un lugar, o pasaban por él, en el que los etarras habían puesto una bomba.
No sé si Calparsoro estará conforme con que yo llame etarras a quienes quieren seguir siendo etarras, hayan pasado por la cárcel o no.
Volviendo al caso, las víctimas del terrorismo no tienen que justificar ni merecer nada. No tienen ninguna culpa de lo que les ocurrió. Pueden ser mejores o peores, de derechas o de izquierdas, pero sobre todo son víctimas.
La sociedad española está en deuda con ellas, puesto que no ha sabido dotarse de gobiernos eficientes en la lucha contra el terrorismo, motivo por el cual la banda etarra ha sido inusualmente longeva.
Todos los políticos que se consideren decentes están obligados a dispensar un trato especial a las víctimas del terrorismo en cuanto a tales, aunque ideológicamente estén en el lado opuesto. Uno de los mejores modos de demostrar comprensión y cariño a las víctimas consiste en mandar a ese sitio que Albert Boadella unió a la palabra concretamente a los integrantes y simpatizantes de Bildu, Amaiur y similares.
Una cosa es aparentar que se está con las víctimas y otra muy diferente estar con las víctimas. No es de recibo incrustarles un Peces-Barba, ni tratar de aprovecharse de ellas electoralmente.
Hay que atenderlas, sin esperar nada a cambio, porque se les debe. Si estuvieran bien atendidas no serían necesarias las asociaciones de las víctimas.
Conviene recordar que la etarra que el gobierno español ha tenido que soltar, por culpa principalmente de la incompetencia y desidia de los sucesivos gobiernos españoles, se envolvió en la ikurriña.
¿Qué miedo tienen de hacerlo constar los que se dicen amigos de las víctimas?

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