domingo, 13 de octubre de 2013

De Junqueras a Sócrates

Es bonito creer que la humanidad mejora. Pero más que bonito es ingenuo y hasta peligroso, puesto que este pensamiento genera, por desgracia, autocomplacencia, lo que lleva a que no se haga nada para convertir en realidad el supuesto citado.
Se pueden ver las cosas de otro modo, y yo diría que se deben ver, no que se pueden. Tomemos un personaje de hoy, Oriol Junqueras por ejemplo, y otro del pasado, Cleóbulo de Lindos, que vivió en el siglo VI antes de Cristo. Cleóbulo de Lindos sabía que el enemigo del pueblo es enemigo de la ley. Oriol Junqueras -cuya profesión es la de profesor, y es una suerte que no se dedique a la enseñanza-, empuja a desobedecer la ley, nada menos que la Constitución. A mí no me gusta esta Constitución, y en un libro que saldrá en los próximos meses explico por qué, pero de momento es la que hay y todo demócrata debe respetarla. Nótese que he dicho demócrata. Los que no lo son están fuera de la ley.
De modo que al comparar un personaje de la remota antigüedad con uno de hoy, y ambos son personajes públicos y no del montón como yo, la idea que queda es que el ser humano no progresa, sino que retrocede. Se hace más salvaje en suma.
Pero la idea de Cleóbulo de Lindos sobre la ley no era una rareza en su época. Sócrates, cuya vida transcurrió entre los años 470 y 399 a.C., en su diálogo con Critón, dijo: Quizá dijeran las leyes: " ¿Es esto, Sócrates, lo que hemos convenido tú y nosotras, o bien que hay que permanecer fiel a las sentencias que dicte la ciudad?"
Se disponía a cumplir la ley que le había condenado a muerte. Quizá entre los que desfilaron el 11 de septiembre en contra del orden constitucional los haya que se crean admiradores de Sócrates. Si es así, son unos memos.

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