viernes, 29 de noviembre de 2013

Elena Valenciano lloraba

Dicen que Elena Valenciano tiene ojo político. El caballo elegido por ella suele salir vencedor, no como en el caso de Carmen Chacón que se va al extranjero para estar fuera de la batalla y regresar cuando esté todo decidido para sumarse al bando del que haya ganado.
Pero el ojo político de Elena Valenciano, y el otro también, se puso a derramar lágrimas hace poco. Pero primero buscó un árbol para esconderse y luego periodistas para contarlo. La cuestión es la siguiente: en las vallas de Melilla hay concertinas y el gobierno es del PP; la ocasión para llorar la pintan calva. Y no la desaprovechó. ¿Por qué había de hacerlo?
Lo que ocurre es que como alguien de buen corazón se haya detenido a contarle a Elena Valenciano que esas concertinas fueron puestas por el gobierno de Zapatero todavía va a llorar más, y sin árbol que regar con las lágrimas ni nada. A moco tendido. Ignoro cuánto valdrá su chalet de Altea, y si tendrá vallas, pero no es cuestión de hacer demagogia de lo que se podría hacer por ayudar a los desfavorecidos con ese dinero. Lo que importa son las lágrimas. El buen corazón.
La cuestión es que el único partido que ha pedido que se quiten las concertinas es UPyD. Del mismo modo que es el único partido que exige responsabilidades en el caso de Bankia. Otra ocasión para Elena Valenciano. Ahí también hay motivos para llorar. Los jubilados que han perdido su dinero con las preferentes. Pobrecitos. Y unos cuantos cobrando sueldos desmesurados.
Lo que pasa es que Rosa Díez pone las querellas o hace las peticiones en el Parlamento, pero no llora. Quizá por eso la critican tanto quienes son capaces de perdonarle todo a Aznar, Rajoy, Zapatero, Rubalcaba, Urcullu, Arzalluz, Mas o Pujol. Y a uno que está encerrado en un hotel y no recuerdo como se llama.

 

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