lunes, 18 de noviembre de 2013

Zapatero sigue considerándose el jefe de Solbes

Pedro Solbes, que no desconoce su responsabilidad en esta crisis que tanto mal está haciendo, trata de recuperar parte del crédito perdido mediante su libro de memorias, en el que afirma que entregó un documento a Zapatero, en el que le recomendaba una serie de medidas.
Añade que el entonces presidente se opuso, porque de si le hiciera caso tendría que soportar dos huelgas generales.
Y Zapatero lo niega todo. Dice que no lo recuerda y que además no hay constancia. ¿A quién creer? La verdad oficial está por un lado. En el otro lado está la dificultad que supone imaginar que Solbes no se diera cuenta de lo que nos venía encima. Se lo había explicado Manuel Pizarro un año antes en el famoso debate público. Lo difícil es que se atreviera a decírselo a Zapatero. Ya explicó Jordi Sevilla, aunque es posible que se haya arrepentido después, que Zapatero no deposita en nadie toda su confianza y que a quien ya no le complace le castiga con el vacío. El famoso talante de Zapatero se vio después, con el modo de actuar de la sustituta de Solbes. A ella nadie le echa la culpa de la crisis, puesto que a fin de cuentas se limitaba a complacer a su jefe. Más que limitarse a complacer, hacía todo lo posible por complacerlo.
Solbes, en su retiro, quizá observó todo aquello echándose las manos a la cabeza con cada una de las medidas que tomaba el gobierno al que ya no pertenecía. Pero no dijo nada. No se atrevió a decir nada. Podría haber escrito un artículo en El País, o en cualquier otro medio. Y ahora escribe un libro en el que dice: Yo no fui.
Pero Zapatero lo tiene cogido por salva sea la parte y podrá demostrar que Solbes no le dijo nada. Aunque sí le dijera.

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