martes, 5 de noviembre de 2013

Pues resulta que la banca es otra víctima

Pero el asunto no es para ponerse a llorar, sino para echarse a temblar. La banca ahora no tiene dinero y tampoco puede cobrar gran parte del que le deben, porque sus deudores están en la ruina.
El asunto tiene varias vertientes. La banca es víctima, pero no inocente. Es víctima de su propia codicia. Hubo una época en la que los bancos empujaban a todos a “vivir por encima de sus posibilidades”, puesto que hacían envíos masivos de cartas a sus clientes incitándolos a endeudarse. Y la casta política estuvo muy de acuerdo con esto y esta misma casta nos ha reprochado luego que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. No todos caímos en esa trampa, pero lo hemos pagado igual y también nos hemos tenido que tragar el sermón.
Curiosamente, el número de políticos no ha disminuido y ellos y los banqueros que diseñaron esas estrategias y las llevaron a cabo se han subido los sueldos.
Hay que echarse a temblar porque el sistema español está diseñado para que se apoye en la banca y a tal efecto hay unas normas muy estrictas que los bancos han de cumplir. El Banco de España es el encargado de vigilar que se cumplan. El problema consiste en que algunos bancos españoles han alcanzado tal tamaño que sus presidentes tienen mucho más poder que el gobernador del Banco de España. La casta política ha consentido que ocurra esto.
Si la banca ha adquirido tanto poder que el Banco de España no la puede controlar, habría que cambiar el sistema, para que se pueda dejar caer a los bancos, como ocurre en Estados Unidos.
Mientras no se haga, lo que ocurre es lo siguiente: Los bancos no ganan bastante dinero para pagar los sueldos de sus directivos (que es impensable que vayan a la cárcel), de modo que el Banco de España les autoriza a aumentar las comisiones e inventar otras.

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